Diario de León

Extrañas noticias sobre un primo lejano

El hallazgo en la isla de Flores de los fósiles de un diminuto homínido que vivió hasta hace sólo 18.000 años reabre el debate sobre las líneas maestras de la evolución

Imagen de la cueva de la isla Flores donde fueron hallados los restos del «homo floresiensis»

Imagen de la cueva de la isla Flores donde fueron hallados los restos del «homo floresiensis»

Publicado por
s.g. | redacción
León

Creado:

Actualizado:

El plácido río de la evolución humana, desde el homo ergaster de hace dos millones de años hasta el sapiens sapiens actual, se ha ido ramificando gracias a los descubrimientos que, cada cierto tiempo, reciben el califi-cativo de sorprendentes. A veces lo son. Aunque siempre hay que mante-ner las distancias, nunca mejor dicho: en un campo como la paleontología, algunos temas, «desde el punto de vista científico, está sobredimensionada la importancia que se le da a nuestra especie, porque somos antropocéntricos», asegura Roberto Bao, micropaleontólogo. El hallazgo de unos fósiles de un nuevo homo (una hembra adulta) de apenas un metro de altura, en una isla de Indonesia, ha reabierto este debate, con todas las cautelas propias de los análisis que aún quedan por hacer, pero con la seguridad de los filtros de la revista Nature y la solvencia de los dos profesores de la universidad australiana que firman el descubri-miento. Así que las reacciones eran ayer di-versas: ¿Una nueva o diferente especie, que vivió al menos hasta hace 18.000 años? Ese tiempo es un soplo en la his-toria natural, un ayer. ¿Y con tamaño y cerebro minúsculo, coexistiendo en el tiempo con la especie actual cuando esta ya labraba los campos? ¿Un ren-glón vital perdido entre los milenios y guarecido por la insularidad? La isla Flores es un hermosísimo rincón situado a 14.000 kilómetros de España, colonizado por portugueses, fustigado por volcanes y terremotos, a dos pasos de Java y de Australia. Bien: dos pasos marinos por los que ni en las últimas glaciaciones hubo camino firme, por lo que, para mayor estupefacción, a ese cerebro minús-culo se le presume una capacidad navegante y, por los hallazgos líticos junto a los huesos encontrados en una cueva, una cierta inteligencia para su elaboración. José María Bermúdez de Castro, paleoantropólogo, codirector de las excavaciones de Atapuerca y premio Príncipe de Asturias, se mostraba ayer «perplejo y con inquietud, porque algunos presupuestos establecidos se vienen abajo». No duda del descubrimiento, y asegura que éste invita a reflexionar. Está seguro de que «vendrán más hallazgos, es un reto para los paleoantropólogos. Esto no cambia la filogenia de la evolución, pero sí las ideas de los que sostenían una teoría multirregional», siempre apuntando hacia el homo sapiens desde el homo erectus (escalón siguiente al ergaster ). El hombre de Flores, homo floresiensis , salió de algún lado, se aisló y ahí se quedó. Bermúdez de Castro sostiene que pudo tener relación con las primeras poblaciones eurasiáticas, de las que se hallaron importantes restos en el yacimiento de Dmanisi, en Georgia, cerca del Cáucaso. En caso de resultar probada esta migración, surgiría la duda sobre la reducción de tamaño, ya que sus ancestros serían más grandes. De Castro asegura que esa reducción es perfectamente posible: «La evolución humana ha ido por caminos conocidos, siempre aumentando a más cuerpo y más cerebro, que en el caso del homo sapiens dio un salto mayor de lo normal. Pero, en este caso, ha sido justo al revés. Lo mismo ha ocurrido con otros animales de las islas, como los elefantes, cuya envergadura ha disminuido. Tuvieron menos presión, menos depredación, menos recursos y menos consumo». La inteligencia demostrada en las herramientas que se han contrado podría ser, por tanto, una herencia de lo aprendido previamente, frente a quienes opinan que con un cerebro casi cuatro veces menor al del hombre actual poco se podría haber hecho. Tal vez haya más primos lejanos del hombre aún sin descubrir, como opinan algunos expertos. El hallazgo de Flores abre la puerta a la imaginación, que tan poco casa con el rigor científico, de hallar restos de primitivas especies entre bosques y montañas. Quizás esta misma de Indonesia fue la que alimentó leyendas y misterios seculares sobre seres pequeños que todavía perviven entre la población.

tracking