Diario de León

Misticismo en el Emperador

Los monjes budistas de Shaolín ofrecieron ayer en León el primero de sus espectáculos, exhibición en la que representaron una breve escenificación de su historia, cultura y poder místico

El Emperador fue el escenario de la representación que los monjes shaolín ofrecieron a los leoneses

El Emperador fue el escenario de la representación que los monjes shaolín ofrecieron a los leoneses

Publicado por
Cristina Fanjul - león
León

Creado:

Actualizado:

El telón de la primera de las actuaciones que los monjes de Shaolín escenificaron en León se bajó ayer con el asombro generalizado de cuantos asistieron al espectáculo. Los poderes místicos de los monjes Shaolín llenaron de magia y misticismo el teatro Emperador. Desde el primero hasta el último de los ejercicios o coreografías -según sea quien lo califique- convirtió la función en una ceremonia zen copartida por todos y cada uno de los espectadores. Quienes aún no hayan podido comprobar por sí mismos el poder que la concentración, la respiración, la disciplina y, sobre todo, la fusión del cuerpo y la mente pueden provocar están a tiempo de hacerlo entre hoy y mañana, y estar entre los miles de españoles que ya han podido comprobar con asombro cómo el cuerpo humano se rinde al poder de una mente bien entrenada. Como un cuento cuyos protagonistas son seres reales que abandonan el deseo y dedican el resto de su vida Cuenta la leyenda que hace más de mil años, el emperador ordenó que se tradujera la sabiduría del budismo al chino. La filosofía que Siddhartha había esparcido en India estaba a punto de inundar el gigante vecino. El emperador regaló a los monjes una parcela de mágica hermosura, a los pies de los montes sagrados de Sonshan. La llamaron Shaolin, que quiere decir monte con bosque. Un monje indio, a quien llamaban Tamo, meditó durante diez años en una cueva más arriba del monasterio. Reformó la ensenanza budista y pasó a llamarla Zen. A partir de esta rama de la filosofía budista se desarrolló un nuevo sistema de protección, que no de ataque, al que se denominó con el nombre de kung-fu. La técnica se basó en la educación del cuerpo y la mente. A través de una rígida disciplina y un constante entrenamiento desarrollaron ejercicios que servían para defender el monasterio. Una de las ventajas de la vida de los monjes es que basan sus vidas en la ausencia total del deseo, lo que les lleva a un estado de «felicidad» completa, por cuanto que no perciben la vida como una pérdida constante, tal y como ocurre con la ansiedad que sufren los occidentales. El control de las emociones es una de las consecuencias de esta peculiar manera de comprender el universo, universo en el que tienen cabida cuantos quieran aventurarse en él. Sin ir más lejos, el menor de los monjes apenas alcanza la edad de ocho años, mientras que su mentor ha vivido esa cifra multiplicada por diez. Una delicia para los sentidos y una anécdota para la reflexión.

tracking