Diario de León
Publicado por
Antonio Núñez
León

Creado:

Actualizado:

COMO no pasó nada la gente se ha olvidado ya de que el otro domingo hubo que desalojar el Bernabéu por una falsa amenaza de bomba. Sólo hay que lamentar destrozos en el césped tras la huida del personal y algunos callos pisados a toda pastilla. Nada grave, teniendo en cuenta que estaban dentro 75.000 personas. Si hubiera sido en el Congreso, entre empujones y codazos, más de uno la palma. Se dice esto porque en el asunto del terrorismo, después de la tira de pactos y verborrea de los partidos políticos, estamos ahora en lo que se llama un «salto cualitativo», que no es necesariamente progreso, ni siquiera en las falsas alarmas. En las redacciones de los periódicos de ciudades normales, como en León, aunque no en Donosti, estamos ya acostumbrados. Llama, por ejemplo, en junio un anónimo comunicante y le dice a la telefonista en tres segundos, justo antes de colgar: «hemos puesto una bomba en la facultad de Derecho». Entonces, el redactor jefe avisa al comisario: «nada, que hay exámenes en la cátedra de Sosa Wagner, alias el hueso , y quieren que los desalojen». Luego va el redactor de educación y ciencia, hace otro reportaje sobre índices de fracaso en las pruebas de acceso a la universidad, y punto. O llaman un jueves cualquiera: «la bomba está en el edificio de los juzgados». Entonces al redactor de sucesos se le cae el pelo, porque lo que de verdad había era un juicio que se le había traspapelado en la agenda contra un narco o un chorizo de medio pelo, que también querían ser desalojados. Pero lo del Bernabéu sí que es un salto cualitativo en las falsas alarmas, porque con decenas de miles de almas en apenas cuatro hectáreas de terreno, contando las gradas, perfectamente hubiera podido producirse una avalancha humana también con decenas de muertos. No sería, ni mucho menos, la primera vez. Y, oyendo el otro día al presidente del Gobierno en la Comisión del 11-M, señor Zapatero, que lo de Atocha no era cosa de Eta «porque sólo hubieran querido atemorizar y habrían avisado», a uno se le ponen los pelos de punta. Al dueño de la cafetería Lleras 38, la del bombazo de aquí cuando el puente de la Constitución, seguramente le pasa lo mismo. Y no digamos de los muertos por bombas lapa o tiros en la nuca, que ya están todos calvos de puro no ser avisados, como dirían en México. La afición del Bernabéu se portó como debe ser y sin aspavientos en el desalojo del recinto, obedeciendo al árbitro y a la autoridad competente, y lo único que pide ahora es que el Gobierno haga lo propio para identificar, detener y meterle un puro al comunicante de turno, ya sea éste un etarra parlanchín, un estudiante vago, un delincuente común y gamberro o un islamista poco moderado, aunque ya se sabe que estos últimos no avisan. Distinguir a estas alturas entre unos y otros para tirarse en el Congreso los muertos a la cabeza sólo conduce al precipicio de la convivencia ciudadana, en cuyo caso otro salto cualitativo resultaría fatal. ¿Se puede gobernar en Cataluña y, por extensión, en el resto de España pactando con quienes, a su vez, pactan con Eta, o sea Carod Rovira? Está claro que, por poder, se puede. ¿El ministro Moratinos, veterano en suras y coranes, va a desactivar las bombas islamistas con el famoso «pacto entre civilizaciones» en el concilio ecuménico de la Onu? Puede salir, como se dice aquí, un pan como unas hostias. Casualmente detuvieron también el otro día a tres argelinos que «deambulaban», según nota del Ministerio del Interior, por las proximidades de la central nuclear de Trillo (Guadalajara o «río de matorral» en árabe). Una de dos: o pensaban volarla, o instalarse allí con un rebaño de cabras. El ministro Moratinos mantiene aún serias reservas al respecto, pero el alcalde de Vegacervera lo tenía ya claro nada más clausurar la última feria de la cecina de chivo. En tiempos de Aznar era sospechoso circular por ahí con un buga matrícula de Bilbao, salvo que fuera un mercedes, porque, entonces, se suponía que el dueño era de Neguri y de derechas de toda la vida. Si, encima, gastaba traje diplomático a rayas, entonces hasta le pedían disculpas en los controles policiales. En los moros nadie se fijaba porque iban a pie o en panda por la margen izquierda del Nervión para no gastar la alfombra. La dicha Comisión del 11-M ha dejado claras pocas cosas: una, que, si las bombas las hubiera puesto Eta, habría barrido el PP, por no tener negocios con Carod Rovira; dos, que, como al día siguiente se barruntaba que habían sido los moros, ganó Zapatero; y, tercera, que no puede decirse que Aznar trapicheara con los de l panda ni con los otros. De Zapatero no se puede decir tanto.

tracking