Diario de León
León

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EN LA época de la transición, los dossieres sobre políticos y hombres de empresa sobrevolaban por las redacciones. Historias, negocios, aventuras, ligues y relaciones peligrosas estaban entremezclados para tratar de hundir a unos y a otros. «¡Como saque mi dossier, te vas a enterar!», era el grito de guerra. Hubo quien se especializó en redactar dossieres al mejor postor con recortes de prensa, bulos sin confirmación y asuntos enturbiados. Luego, asentado cada cual en su lugar, esos informes, más o menos secretos, desaparecieron de la pelea política que, siempre, lleva detrás una razón económica. Ahora han vuelto y, además, con alguna originalidad. Los conflictos económicos, que casi siempre llevan dentro un objetivo político, han provocado el retorno de los dossieres. La guerra por el poder en el BBVA y el asalto de Sacyr-Vallehermoso a su presidente, Francisco González, (con el «placet» de sectores gubernamentales) ha tenido un episodio curioso. Un periodista de la Ser «encuentra unos papeles» que hablan de supuestas irregularidades de F.G. hace años, los entrega en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la Comisión abre una investigación inmediata -aunque parece que el asunto está prescrito- y la Ser y todos los medios de Prisa lanzan la noticia que ellos mismos han creado. ¿Están detrás de la historia Polanco, Miguel Sebastián y el número 2 de la CNMV, casado -no casualmente- con la número 2 de Zapatero en las últimas elecciones? Eso podría dar lugar a otro dossier. Y no son los únicos. Desde otras trincheras se lanzan dossieres, o se recuperan de los viejos archivos, contra Juan Abelló, uno de los impulsores del ataque a FG. Algunos toman forma de libro -al menos, a pecho descubierto- como el que acaba de presentar Alfredo Urdaci contra todos los que le machacaron cuando era la imagen de los telediarios de TVE. No deja títere con cabeza. Los dossieres son una puñalada por la espalda y, casi siempre, sin asesino conocido, aunque se adivine el móvil. Como decía Marco Aurelio, «una buena manera de defenderte de ellos es no parecerte a ellos», pero la calumnia siempre crece a corto plazo, sobre todo si se siembra en tierra fértil.

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