Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

La deducción de Caja España, antes Caja de Ahorros y Monte de Piedad

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

Creado:

Actualizado:

DESDE HACE YA mucho tiempo me venía acuciando la tentación de escribir algo, aunque poco y con muchísima cautela, (que nunca se sabe de dónde salta la liebre) sobre la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León, (ahora con bisonte incorporado, Caja España). Y es que yo, o sea el que suscribe resulta que soy un ahorrador de la casa; Andaba por los ocho añitos, cuando los Hermanos Maristas, que se habían comprometido a educarme, cosa difícil y a ilustrarme suficientemente sobre la historia, la geografía y la numismática, tomaron el sagaz acuerdo de concederme un sobresaliente por mi buen comportamiento «y adelanto durante el curso», según se explicaba en la nota extendida y firmada por el director del Patronato. Y ante tan esplendoroso apuntamiento hacia un porvenir glorioso, ya como aquel que dice con un pie en mi carrera de hombre del provecho del día de mañana, abrieron mis buenos padres una cartilla a mi nombre, por la importante cantidad de una peseta, de la de siempre. Ello me obligaba a considerarme vinculado de por vida con la benemérita institución, intentando incrementar mis saludos favorables en lo que me fuera posible y aún imposible, por que solo la hormiguita hacendosa consigue acumular medios de vida, en tanto y en cuanto que la cigarra, cantando y cantando se le va la virginidad. Y tan bien cumplí los principios de ahorro y prudencia, de justicia y fortaleza que mis buenos padres y mis amados frailecitos me habían inculcado, que cuando alcancé los cincuenta años de trabajos, ya disponía en mi cuenta de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León (Caja España con bisonte) de una cantidad suficiente para abonar la cuota que se le exige a todo aquel anciano que solicita un puesto en alguna de las residencias para jubilados. Y puse manos a la obra, antes de que con la invención del euro, mis pesetas se convirtieran en céntimos para hacer cantar el cieguecito de la esquina. O sea, nada. Y me puse a reflexionar, que es ejercicio por el cual no cobran tasas municipales, sobre el fenómeno de los dineros de los ahorradores, que después se convierten en tentación para quienes andan siempre detrás del cajón donde el pobre guarda el pan, para que se lo coman los ricos. Y por apoderarse de los mandos y de los dineros de la tal y cual caja de ahorros, comenzaron a luchar las gentes más raras del país, para lo que inventó, lo de las representaciones de los sindicatos, de las instituciones, de los partidos políticos, a los cuales correspondía, según se determinaba, la administración de los caudales. Y me fue posible advertir que mientras que yo, que era un ahorrante de toda la vida, además de ahorrar para el mayor provecho de la Caja, tenía que abonarla una comisión por manejar mis dineros, a fin de que la institución contara con la fluidez suficiente para pagar los sueldos, las gratificaciones, las dietas y los beneficios que se consiguieran por el depósito de dineros como los míos, que me habían costado sudores de muerte para alcanzarlo. Mientras, los ilustres miembros de la Junta del Patronato o de lo que fuere, se ponían las botas de andar por la nieve sin dejar huella. ¡Joer que listos!

tracking