Diario de León
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LUIS ARTIGUE
León

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COMO PARA AMPLIAR SUS REGISTROS Amancio Prada acaba de publicar un nuevo trabajo musical titulado «Hasta mañana, Chicho»: otro lado de si mismo. Son canciones compuestas por Chicho Sánchez Ferlosio e interpretadas por ese trovador místico del Bierzo que, esta vez, ha bajado a la calle, a la vida, al día a día para cantar el desenfado moreno de lo cotidiano. Este CD profano y sencillamente profundo no nos eleva y nos lleva al encuentro de nuestra alma como en otras ocasiones sino más bien nos refleja, nos insufla ganas de vivir y al mismo tiempo nos enseña que la alegría sintoniza el cuerpo con el alma. Amancio Prada, todo un ejemplo de profesional refinamiento, está llevando a cabo -junto a otros músicos providenciales como Luis Delgado, por citar alguno- una revolución constructiva y sin aspavientos en el mercado discográfico de este país al demostrar, en estos tiempos de apariencia, marketing manipulador y humo, que la calidad y la exquisitez también tienen su sitio. Siempre hará falta en nuestros corazones un disco como éste repleto de letras cristalinas y melodías firmemente asentadas en la tradición hispánica. Son las obras tan nuestras como ésta las que nos permiten ser nosotros. Alguien canta con alta voz colectiva para que bailen nuestras emociones demostrando así que «el cantar tiene sentido, entendimiento y razón». Y es que este puñado de sazonadas canciones no sólo constituyen un generoso tributo a Chicho, sino también y sobre todo poseen la virtud de que, si al escuchar nos abandonamos, son capaces de insuflarnos una sonrisa, un recuerdo y, tal vez, incluso una verdad. Revolotea algo tan limpio como la alta amistad en cada tema, incluso en los cantados en francés o en italiano, y eso le da al conjunto un tono ético que conmueve, estimula y ayuda a caminar. Canciones que llevamos dentro del corazón como los viajeros nómadas llevan ropa en sus maletas. Música compuesta desde dentro por quienes creen que el mundo puede ser mejor, y luchan así por él, y mediante su música participan como soldados valientes en las batallas espirituales de su tiempo. Hay una tradición de músicos ambulantes cuya obra es un maridaje entre canción y poesía. Dicha línea se inicia en Safo de Lesbos, tiene su esplendor en los goliardos, juglares y trovadores medievales y continúa hoy viva entre nosotros mediante voces redentoras como la de Amancio Prada. Es una expresión musical que intenta hacer popular lo elevado, que acerca lo distante, que saca lo mejor que hay en cada ser humano receptivo en la medida en la que lleva de corazón en corazón y de lugar en lugar la palabra reveladora, nutriente y refrescante de los poetas. ¡En la poesía reside hoy la verdadera ideología! Por eso escuchar la música de Amancio Prada es también viajar en el tiempo y hermanarnos con quienes, en la Edad Media, se sentaban en corro a la luz de la luna en noches de verano, y brindaban con malta de pastores, y escuchaban melancólicos los cantos del origen que traía un intérprete lúcido y delicado cuya música le recordaba al hombre sencillo cuanto de divino tenía su existencia. Así también hoy, en medio de tanto ruido, esta propuesta musical viene a eliminar disonancias en nuestro ánimo, y a enseñarnos la certera verdad de que el amor es una forma de tocar, y la belleza insufla ritmo a nuestro corazón. ¡Oh, esta música invita a la bondad!

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