El calentamiento global ha hecho desaparecer 125 lagos en Siberia
El calentamiento global está produciendo una serie de cambios físicos y ecológicos en muchas zonas del planeta. Siberia es una de ellas, donde un grupo de científicos ha podido comprobar que desde 1973 han desparecido 125 lagos, mientras que en más de un millar se ha reducido su masa de agua. El estudio, recogido en la revista Science , se planteó para hacer un seguimiento e inventariar el estado en que se encontraban los más de 10.000 grandes lagos siberianos (más de 40 hectáreas) y comprobar si el aumento de la temperatura del Ártico había pod ido influir en ellos. Después de comparar imágenes de satélite de una zona siberiana de más de 500.000 kilómetros cuadrados tomadas en la década de 1970, con otras de los cinco últimos años, los investigadores han comprobado que entre 1973 y 1998 el número total de grandes lagos se redujo de 10.882 a 9.712, y su superficie disminuyó en 93.000 hectáreas, a pesar de haberse producido en ese tiempo un ligero aumento de las precipitaciones. Además, 125 lagos han desaparecido completamente y aparecen cubiertos por vegetación y, tras analizar su lecho pudieron comprobar que ninguno de ellos volvió a almacenar agua desde 1998. Los autores del estudio afirman que aunque existe un declive generalizado, hay una pauta común a todos ellos relacionada con el «permafrost» (un suelo permafrost es aquel que está permanentemente helado por falta de calor, lo que impide que se desarrolle la vegetación). En las zonas siberianas analizadas situadas más al norte, donde el permafrost era continuo, no sólo aumentó la superficie de los lagos sino que su número pasó de 1.148 a 1.197 en las tres décadas estudiadas. Sin embargo en las situadas más al sur, donde el permafrost aparece de forma aislada o discontinua, además de reducir su superficie, también lo hizo la cantidad de lagos censados. La explicación se debe a que el calentamiento degrada y rompe el permafrost facilitando el vaciado de las lagunas. Los autores del estudio concluyen afirmando que aunque en las zonas septentrionales haya aumentado la superficie y el número de masas de agua, el suelo helado puede haber empezado a degradarse, aunque aún no se haya iniciado el drenaje del agua.