Diario de León

Gente de aquí | Pioneras a la fuerza

De la pala a las flores

Avelina González, Juana García y Celina Alonso reciben el homenaje de Puebla de Lillo a las mujeres que trabajaron en las minas de talco tras la Guerra Civil

Celina Alonso recibió el cariño de sus vecinos en su casa

Celina Alonso recibió el cariño de sus vecinos en su casa

León

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Entre torta dulce y mistela, Juana García y Avelina González posan para los fotógrafos ramo de flores y placa en ristre. «Parecemos de la prensa rosa», escondiendo el trozo pastel para que la debilidad golosa no quede para la posteridad al lado del recuerdo de su hazaña. «Hoy sí que vamos a salir fotografiadas», susurran mientras una familiar atenta les retira para una foto más la gorra publicitaria con la que cubren canas y tinte protegiéndose del sol de la montaña. «¡Qué hazaña ni qué hazaña! Todo esto es una exageración», murmura Celina mientras sale a regañadientes al patio para ser también fotografiada. El tubo de oxígeno no es bastante largo, la enfermedad la dejó en casa mientras sus antiguas compañeras recibían felicitaciones en la ermita de Pegarúas. «Tampoco es para tanto». Las tres, octogenarias y nonagenarias, son las supervivientes de aquel grupo de mujeres a las que la Guerra Civil empujó a trabajar en la mina de talco. La lucha diezmó el censo masculino de sus familias, y ellas fueron mujeres y hombres, padres y madres, mineras, granjeras, agricultoras, cocineras,... Ahora reciben el aplauso del pueblo, y una placa firmada por Luzenac (la actual propietaria de la explotación de la localidad) «como reconocimiento por su trabajo abnegado en las minas de talco, como precursoras de la mujer trabajadora en la industria minera durante los difíciles años de la posguerra». Ellas se esfuerzan en que no se olvide a quienes compartieron con ellas caminatas y nevadas, larguísimas jornadas de espalar y cargar camiones, escoger talco de rodillas y bregarse en el lavadero. Benita, Secundina, Teodora, Nieves, Gabina, Laida, Concha y Tiste, de Puebla de Lillo; Vicenta, Florentina, Rosario y Rafaela, de Cofiñal; Pura, de Isoba. El marco del homenaje fue ayer la recuperada romería de Pegarúas, en la ermita que antaño fue foco de peregrinación popular de la zona, y que en los últimos años había sido casi olvidada. La Asociación Cultural Pegarúas se encargó de promover la fiesta y el reconocimiento. Junto a Juana, Avelina y Celina recibió ayer también su placa en los alrededores de la ermita, después de la misa y antes de dar buena cuenta de las viandas en el merendero cercano, José María Fernández Liébana, al borde del colapso ante la sorpresa de ver reconocido su esfuerzo por restaurar la escueta ermita. Y un ramo de flores la madrina de la romería, Catalina Tejerina, la romera con más experiencia de cuantos ayer se juntaron para no olvidar en Puebla de Lillo.

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