Diario de León

EL PULSO Y LA CRUZ

Todos en casa

Publicado por
ANTONIO TROBAJO
León

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Está en la Sagrada Escritura y está en la experiencia de hombres y pueblos: cada día trae su propio afán. O su propio disgusto, que traducen otros. Verdad es. Y, si no es el pan de cada día, lo es, al menos, de cada semana. Lo digo a propósito del cisco que tenemos montado en el barrio capitalino de Puente Castro, en la ribera izquierda del río Torío. El asunto, ya lo saben, tiene como epicentro el viejo templo parroquial, cuyo uso y utilidad se pone en discusión. El Obispado de León pretende que sea sede de la comunidad católica de origen rumano y de rito griego, a cuyo frente hay un joven sacerdote oriundo de aquellas tierras, que hasta ahora preside las celebraciones en la parroquia de La Asunción de la capital. Diferentes asociaciones y grupos del barrio se han movilizado, de varias maneras, para conseguir que el templo quede al servicio del barrio, sin que aparezcan claramente los usos posibles. Por medio andan una ocupación durante años de una Escuela Taller del Ayuntamiento, unas obras que se debían haber acometido, un decreto del Obispo Vilaplana, unas acusaciones -totalmente improcedentes- al nuevo párroco... y mucha visceralidad en el asunto. Total, todos disgustados. Y cada uno con su razón y sus razones. Y uno piensa si tendrá que ser así. Y cree que no. Especialmente si se eleva la mirada y se descubre cómo está el mundo, el cercano y el lejano. Es muy grave que, cuando todas las energías son pocas para invertir en un universo que debe ser mejor para personas e instituciones, por estos pagos andemos a la greña, con malos modos, por una cuestión que no digo que sea baladí pero sí menor, sin que podamos acogernos a tiempo al beneficio del diálogo sereno, de la lengua embridada y de las manos quietas. Cuando escribo estas líneas me llegan rumores de que puede haber arreglo y arreglos. Bendito sea Dios. Y algo más: pues nada, que empezamos bien con la aplicación del programa pastoral para este curso, que nos habla de ser piedras vivas en la construcción del edificio de la Iglesia, que tiene que vivir en comunión de personas e intereses, como si de una gran familia modélica se tratara. Porque, que yo sepa, nadie está moviendo los hilos de la rueca instigado por el odio a la fe o infectado de laicismo o promoviendo una desamortización ladina. O sea, que todos de casa. Para más inri. Pasemos a otras cosas, que tengan más chicha, aunque no salgan en primera plana. Hoy mismo, a las doce de la mañana, el Sr. Obispo de León pronunciará, en el Seminario, una conferencia sobre el Sínodo de Obispos recientemente celebrado en Roma y en el que fue miembro en representación de los Obispos españoles; sus palabras nos adentrarán en un acontecimiento de primer rango en la Iglesia universal. Claro que sí. Por nuestras diócesis anduvo la semana pasada el Arzobispo dimisionario de Zaragoza. D. Elías Yanes, para presentar un proyecto de la Iglesia española, por el que se pretende contribuir a la formación cristiana integral; «Ser cristianos en el corazón del mundo» es el título de ese plan, que constará de cien unidades temáticas, que buscan mucho más que alimentar la erudición. Otra noticia que sea a la vez pequeño homenaje a un hombre bueno, que ha dejado la piel en las diócesis de Plasencia, Ávila y Tenerife y ha venido ahora a recalar a su tierra natal. Me refiero a Mons. Felipe Fernández, natural de San Pedro de Trones y obispo emérito de la citada diócesis canaria, que ha fijado su residencia en Astorga. Feliz estancia entre nosotros, señor Obispo. De una estancia mucho más larga nos hablan las Siervas de Jesús, que cumplen en estos días los 125 años de presencia en León. Su callada y estimada obra de asistencia nocturna a enfermos e impedidos nos coloca en el contexto de la imagen de la levadura del Evangelio. Gracias, hermanas, por tantos años, tantos sacrificios, tanto amor derrochado. Desde el silencio; seguro que por eso es más agradable a Dios. Palmada en la espalda a quienes en Valencia de Don Juan han conseguido una sabrosa subvención para su monumental iglesia parroquial, símbolo de las piedras vivas que son los feligreses. Aviso de un cursillo que, sobre la civilización del amor, dirigirá D. José Román Flecha, los días 9-11, a las 8 de la tarde, en el Salón de Actos de Ayuntamiento de la capital. Y el pésame y la esperanza para los cercanos a D. Fermín Cabo, sacerdote astorgano, al que se echará de menos en las oficinas de Patrimonio. Y en más cosas, que la vida de un cura es mucha vida.

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