«El frío y el viento son horribles»

Estamos en el campo 1 de ascensión y hace un frío como en mi vida he sentido, ni en el Everest, ni en el Himalaya ni en ningún sitio de los que he estado. Es horrible. Llevo sin dormir desde Patriot Hill, porque no hay noche. Puedes salir a cualquier hora. Volamos en una avioneta unos 400 kilómetros hacia dentro de la Antártida y estamos a 750 kilómetros del Polo Sur. Desde el glaciar en el que aterrizamos llegamos al campo base caminando y con trineos. Fue una dura caminata de unas seis horas, con un frío extremo y vientos helados que soplaban bastante fuerte. Está cambiando mucho el tiempo y el frío ya es radical. Juan Diego -el canario-, un americano que se llama Andy y yo hemos decidido avanzar más, y sin hacer proceso aclimatación hemos tirado directo para arriba. La expedición americana no se ha arriesgado y se ha quedado abajo. Hemos llegado al campo 1 después de una caminata de más de seis horas y estamos solos los tres aquí. Acabamos de instalarnos. Hemos hecho unos iglús para proteger las tiendas. Acabamos de meternos una caminata de nueve kilómetros y hemos subido 1.100 metros de desnivel con 45 kilos de peso en trineos, empujándolos. Pensamos tomar un día de descanso. Es mucha paliza, y sin dormir. Íbamos a intentar subir una montaña aquí al lado para que nos sirviese de proceso de aclimatación. Pero el frío es tan terrible que hemos tenido que pasar quince horas en la tienda. No nos atrevemos ni a salir del saco, sólo para comer. Preferimos descansar. Porque en un día vamos a atacar para subir al campo dos. Estamos a 3.000 metros de altitud y subiremos a 3.750, que es donde está el campo 2. Vamos a seguir en estilo alpino, muy rápido y sólo con saco de dormir y el material de escalada imprescindible. Sólo llevaremos las tiendas ligeras y poco material y la comida necesaria para ir lo más rápido posible. Estamos a cuarenta grados bajo cero y con vientos fortísimos, tremendos; aunque es lo que calculamos, porque los equipos aquí no aguantan ya el frío: sólo nos aguanta el teléfono satélite. Es lo peor de todo. Con este viento, que trae una escarcha helada y que no sé a cuanto puede soplar, la sensación térmica es de sesenta bajo cero: es imposible salir de la tienda. Y encima está la radiación solar, por lo oblicuo que entran los rayos del sol en esta época aquí. Esto, el viento, el frío extremo y la luz del sol las veinticuatro horas, todo junto, es lo más peligroso de todo. Pero como estamos fuertes y parece que va a mejorar en unas horas, vamos a intentar subir rápido, porque no me quiero ir de aquí por culpa de tormentas y temperaturas extremas sin llegar a la cima del Vinson. Si es posible, el domingo (por anoche) estaremos en el campo 2 y entre el lunes o el martes, sin parear en el 3, acometeremos la cima. Me ha sorprendido la dureza de esta montaña. Hay que recorrer mucha distancia a pie y cargando el equipo. Encima hay mucho desnivel y el frío y el viento aterrador. Comparado con el Everest, hace mucho más frío, pero aquí de momento hay aire para respirar. Aunque ya veremos qué ocurre más arriba. No es tan duro como el Everest pero casi casi. Las distancias que tienes que recorrer son realmente grandes siempre, pero además sobre nieve virgen y blanda. Hay que ir abriendo huella. Estos paisajes, a pesar de todo, son bellísimos, únicos en el planeta. Os lo contaré si sigue funcionado el teléfono y conecta desde aquí. Arriba, en la montaña, los vientos son de más de 100 kilómetros por hora y quizá tengamos que esperar más de lo que nos gustaría para hacer cima. Sólo estamos aquí nosotros, porque hemos decidido tirar para adelante. Eso ya os puede dar idea de cómo están las cosas. Pero aquí, según va avanzando enero y por las previsiones que nos dicen la cosa cada vez se pondrá mucho más difícil. Y repito que no me quiero irme sin subir. Y cuantos más días pasen, será más difícil. ESCRIBE: