Diario de León

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Un tren camino del cielo

China inauguró ayer, entre oleadas de orgullo nacional y las críticas de los seguidores del Dalai Lama, el primer tren al Tíbet, que se convierte en el más alto del mundo

El tren pasa por primera vez por el puente La Sa Te en  Lhasa, capital del Tibet

El tren pasa por primera vez por el puente La Sa Te en Lhasa, capital del Tibet

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Antonio Broto - pekín
León

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El primer ferrocarril al Tíbet, un proyecto soñado por Mao Zedong hace medio siglo, se inauguró ayer entre elogios del régimen chino, que considera una proeza humana su construcción, y protestas del exilio tibetano. El primero de los trenes que a partir de ahora llegarán a Lhasa, la capital tibetana, partió con grandes ceremonias a las 11.00 hora local (03.00 GMT) desde la apartada ciudad de Golmud, en la vecina provincia de Qinghai. El presidente chino, Hu Jintao, quien fue, precisamente, secretario general del Partido Comunista en el Tíbet a finales de los años 80 y principios de los 90, destacó en la fastuosa inauguración que el nuevo ferrocarril es «otro magnífico logro que hemos conseguido en el impulso de modernización socialista». La locomotora de la propaganda china se ha puesto en marcha con este primer tren, que transportó a trabajadores modelo que participaron en la construcción del ferrocarril, periodistas y representantes de la Administración, en vagones donde se muestran placas con «Los ocho honores y deshonras» de la moral socialista. El exilio tibetano, que no aprueba esta obra y la considera un instrumento para poblar el Tíbet de «colonos» chinos, intentó aguar la fiesta organizando protestas en distintas ciudades del mundo e incluso en Pekín, donde varios activistas lograron desplegar este viernes una pancarta contra el tren en la Estación del Oeste. «Fue un milagro que nadie muriera en las obras», señaló recientemente el subdirector del departamento que supervisa el proyecto, Zhu Zhensheng, para enfatizar lo complicado que ha sido construir más de 960 kilómetros de vía por encima de los 4.000 metros y 550 kilómetros sobre hielo perpetuo. La propaganda china repite con orgullo que el tren es ya el más alto del mundo, derrocando a los ferrocarriles peruanos de los Andes, pues cruza a 5.072 metros de altura las montañas de Tanggula, una de las grandes barreras naturales del Tíbet. El tren también tiene allí la estación más alta del mundo y cerca el túnel más alto, no se cansan de repetir las informaciones de la prensa oficial. La obra se enmarca en la estrategia china de demostrar al mundo que el país asiático, en el mejor momento económico de su historia moderna, es capaz de logros más espectaculares que los de cualquier nación avanzada. China ya tenía desde el 2003 el tren más rápido del mundo, el maglev de Shanghai, que se desliza sobre los raíles a 430 kilómetros por hora, pero éste fue fabricado con tecnología alemana, mientras que el tren tibetano (el Qingzang ) es obra principalmente nacional.

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