Diario de León

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ARDE EL AIRE, arde la ceniza de la historia en una de las caras de la memoria (dice la psiquiatría que «todo el que recuerda miente» , cada cara por su lado; y es grandísima verdad), arden los rezos al profeta con pedradas, arden los siete brazos del candelabro en la sinagoga como un organillo de misiles, arde Beirut... Es verano con voz de fuego que cuando sopla su baba ardiente sobre la nuca y el occipucio recalienta el buje de los recuerdos, el buje de los chismes incendiados en calles y barras, el buje de las conjuras en el patio del inter nos , conspiraciones a la sombra... En veranos como este con hogueras en el aire y rescoldos en el cerebro se cuece casi todo. Los tiempos muertos, modorros o dormidos de este trozo del año se aprovechan como ninguno para cavilar, urdir, sobar... y recalentar el buje del gran carro de los sueños (y de los miedos) en largas horas de cháchara a la luna o entre insomnios... (y en este mismo instante es cuando Javijó el de Ursi ya no se aguanta y tendrá que ir al diccionario maldiciéndome para averiguar de una vez qué demonios es el buje, coño... pues algo de coño sí que tiene la cosa y la función del buje, ya ves, coño metálico, bujero coñón de hierro o cobre del que estaban muy orgullosas más de dos y de tres de una Sección Femenina que gritaba guerra al flujo y al orgasmo con su ¡Santiago y cierra las piernas de España!)... Cuando el buje del carretón arriero o la tartana se recalentaba, tenía que ir al lado un propio colgado de un caldero y apretando el culo para refrescar de contínuo aquel ardor e impedir que se fundiera el misterio... ¡¿Dónde está el del caldero!?... Arde el ladrillo, arden aniversarios y rosarios, arde la galbana... La hoguera libanesa está atizada con cera de la que arde y cedro del que sale madera de forrar cigarros habanos que sirve también para hacer lapiceros y ataúdes. Los agoreros vuelven a mascar guerras mundiales desde este «teatro de operaciones», gran teatro. Allí es «18 de julio» cada tres meses. Las guerras, como las bicis, son para el verano, noches de dormir con los ojos abiertos. Lo insistía Maurice Duverger: en la historia de la humanidad casi todas las revoluciones, sublevacaciones, cuarteladas y alzamientos fueron inspiradas y resueltas en la calora estival... para poder ir a la guerra con alpargatas y en camisa. Ahí la tienes, báilala.

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