Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Se acabó lo que se daba

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VICTORIANO CRÉMER
León

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EFECTIVAMENTE SE ACABÓ lo que se daba, y si a algún hueso de taba no le gustó esta función, que coja la manta y la maleta y se marche de León. Porque León no da para más, así lo diga el ministro de ministros. León es una ciudad corta, por más que bien avenida, salvo en casos de elecciones y no estamos para enmiendas ni composturas. Aquí el que vale, vale y el que no ficha por la Cultural. Este es nuestro destino y como se decía en tiempos más providencialistas, en él hemos de dejar sin regateos la piel y las entrañas. El año infeliz de 2006 termina sin decir ni chus ni mus y el que más o el que menos de sus habitantes se prepara para el año que viene, para sus rebajas, para sus elecciones, para mayo florido y hermoso. La lotería de la Nochebuena no fue para los leoneses tan buena como se prometían y no nos tocó ni el reintegro, de modo que lo soñado por lo gastado. Se dice para consuelo de tontitos: lo importante es la salud. Pero ¿es imaginable salud sin dinero para el especialista? No tan sólo de dinero vive el hombre, pero sin un mínimo de euros no existe vida posible. De modo que no nos queda sino prepararnos para vencer todas las dificultades que el año inmediato nos proponga. Y no seremos ni mejore sin peores, ni más guapos, ni más feos, ni más poderosos o más débiles. El mundo, este mundo nuestro, seguirá distinguiéndose como un campo de batalla, disfrazado, eso sí, como acción benéfica para conseguir la paz en el mundo y en Irak y en Afganistán y en Turquestán y en cualquiera de los rincones del mundo en el que existan o puedan existir minas de engrudo o petróleo o gas, o agua, agua, agua, señores de la sala. Porque estamos abocados a convertirnos en seres desertizados sin agua para bautizarnos cristianamente y sin posibilidades de transformar los dispositivos naturales del mundo para que el ser humano pueda intentar un ensayo «con todo» para la construcción de un mundo mejor. En el mundo, las gentes mueren en proporciones alarmantes por la falta de agua, de trabajo, de petróleo, de gas, de bienes tangibles para el desenvolvimiento razonable de la vida. Y en vez de dedicar todas nuestras fuerzas en corregir los designios naturales, lo que hacemos es suscitar conflictos y facilitar el enriquecimiento de los más avisados. El mundo para el cual debemos estar preparados no será el del bienestar sino el de la pobreza y el de la desesperación. Consumimos años como aire. Y a este ritmo frenético, el mundo acabará agotando sus medios de supervivencia, para reducirse a un recinto de locos. Y lo tremendo es que en este prólogo del año nuevo en el que estamos sumidos no se perciben señales de enmienda ni de raspadura. Moriremos con las botas puestas; alimentándonos, eso sí, de soberbias mentiras. Seremos devorados por los asnos. Lo anunció Valle Inclán cuando dijo: «Hay honra en ser devorados por los leones, pero ninguna en ser coceados por los asnos».

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