Sofía pesó 3,310 kilos, midió 50 centímetros y nació por cesárea

«Podeis juzgar, por mi cara, que todo ha ido estupendamente». Con estas palabras comenzaba ayer, unos minutos antes de las ocho de la tarde, el príncipe Felipe la rueda de prensa para informar del nacimiento de su segunda hija, que se llamará Sofía. La benjamina de la familia real, que llegó al mundo a las 16.50 horas mediante cesárea, pesó 3,310 kilos, midió 50 centímetros y, según explicó su orgulloso padre, «se parece bastante a su hermana». Así se ponía fin a la quiniela que, sobre el nombre de la nueva hija de los príncipes, hacían periodistas y curiosos en el exterior de la clínica Rúber, donde doña Letizia ingresó a la una menos cuarto de la tarde, dos días después de salir de cuentas. «Se va a llamar Sofía», dijo el heredero para bromear con los periodistas, comentando que el nombre «entraba dentro de muchas porras». La elección se hizo en el último momento, como con Leonor, según explicó el príncipe: «Teníamos varios, pero al final ha pesado mucho el deseo de la princesa y el mío propio. Nos hacía mucha ilusión que la Reina tuviera una nieta con su nombre». Ella, la abuela, llegaba a la clínica a las 21.30 horas, procedente del aeropuerto que le había traído de Moscú. Por SMS Los periodistas congregados desde hacía días en el exterior del hospital tuvieron conocimiento del alumbramiento a las 17.28 horas, a través de un mensaje de móvil enviado por la Casa Real, aunque la inminencia del nacimiento se hizo patente una hora antes, con la llegada de la madre de doña Letizia, Paloma Rocasolano. Tanto la princesa como la infanta, según confirmó el doctor José Ignacio Recansens, «están en perfecto estado de salud», por lo que se estima que podrían abandonar el hospital en unos cuatro días. Don Felipe, que estuvo en la operación, informó además que guardarán dos bolsas de sangre del cordón umbilical de la infanta Sofía, «una en un banco público y otra en uno privado del ámbito europeo».