Diario de León

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ES LO MALO de los eslóganes o mensajes electorales; como no dicen nada en su hueca retórica, pueden sugerir o comunicar justito lo contrario de lo que pretenden. A la presidenta Esperanza Aguirre se le atragantó como un sapo de espuelas y se le revolvió como un lagarto el lema de su telemadriz : «Espejo de lo que somos», proclama la propaganda; y todos saben que en Madrid ya no hay nadie que no lo lea como «Espe jode lo que somos». «Haremos más» es el escueto mensaje electoral de los socialistas en esta campaña. Escueto... y enigmático, coño, inquietante. ¿Más qué?... ¿Polígonos, dodecaedros, chapuzas, auditorios, cohechos?... ¿más de lo mismo o variado?... ¡Qué sugerente es ese «haremos más»!... tiene su temblor. Su eslogan autonómico tampoco es manco de equívoco. «Estamos de tu lado». Ospí, ¿de qué lado... si lo importante es que estén en el suyo y no deserten a otros?.. o ¿es un alarde divino pretendiendo estar en todas las esquinas, la de este, de aquel o en la trastienda?... Los populares tampoco estuvieron finos con ese cañonazo de letra gorda en su cartel, «confianza», porque la malicia ya sacó su espadín de doble filo y lo lee con tropezón, «con fianza», o sea, muy pantojamente, o sea, que sus votantes han de echarle mucha fe por delante, o sea, que hay que pagar fianza para sacar al partido de los calabozos de las encuestas; y aquí está un «con fianza en el futuro» como quien dice «largo me lo fiais». Los lemas electorales no dicen nada, pero se desgañitan desde toda pared y valla. ¿Y para qué tanto gasto tapizando paredones?... Repite una mentira cien veces y se convertirá en verdad: confianza, chacho, claro que haremos más, estamos de tu lado... ¿y tú en qué lado estás?... Casi son de añorar las dictadas, falsas y cutres campañas municiperas de cuando Franco robó toda democracia de las instituciones: nombraba a dedo dos tercios de concejales y el otro tercio hacía una parodia de elecciones en las que sólo votaban los cabezas de familia. En aquellas pobrezas económicas y mentales no había mítines y apenas dos carteles, pero se daban octavillas por calles o bares. Todos recordamos una: «Si quieres luz en el barrio, vota a Olegario». Nada de mensajes enigmáticos, ni asesores, ni pamplinas. Olegario era el que tenía la luz o la llave. Y ya estaba.

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