Diario de León

Diario de una aventura Desafío extremo Polo Norte CORNADA DE LOBO

Probando inventos en el Polo Prau parcelón

«Vaciamos los trineos y los convertimos en un catamarán en poco tiempo, utilizando los esquíes como travesaños listos para navegar; el invento de Ramón funciona»

Publicado por
Jesús Calleja PEDRO GARCÍA TRAPIELLO
León

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Hoy ha sido otro día increíble. Nos metemos a los sacos, y durante la «noche», que no existe, s e desata un tremendo temporal, la tienda se agita violentamente, y da la sensación que nos disparan perdigones, son los impactos de los trozos de hielo que salen volando y la ventisca empieza a enterrarnos los trineos. En nuestra pequeña casa de tela amarilla, aguantamos, hasta que el temporal amaina, que fue el día 17 por la tarde. Salió un espléndi do sol, pero con tal frío, que hicimos un pequeño experimento: cogí mi cuchara y tenedor que son de metal, les eché un poco de saliva y en el acto se quedaron pegados, como si estuvieran soldados. Empezamos a caminar a las 5 de la tarde, pero dos horas después nos topamos con una gigantesca grieta, muy ancha y larga, que nos obliga a utilizar el invento de Ramón, y uno de nuestros experimentos clave en esta expedición: convertir nuestros trineos, en un pequeño catamarán. Vaciamos los trineos, y los convertimos en catamarán en muy poco tiempo, utilizando los esquíes, como travesaños, y listos para navegar, en un océano de 4000 metros de profundidad. Vemos que flotan bien, y que no hay fugas de agua por los fuertes impactos que han sufrido durante la travesía. El hielo sobre el que flotamos es de unos 10 centímetros de grosor, y tenemos que romperlo apoyando nuestros cuerpos en la popa para hacer de rompe- hielos diminuto, consiguiendo el efecto deseado: ¡el frágil hielo se rompe, con el piolet quitamos los grandes trozos de hielo, y con las palas, remamos. Todo lo que nos sirve para instalar la tienda de campaña, ahora sirve para navegar, es la utilidad perfecta. Conseguimos llegar a una isla de hielo en mitad de la enorme grieta, y regresamos. ¡El invento funciona!. Ahora toca probar otro equipo: Tenemos dos trajes que permiten meterte en ellos con la ropa puesta, en menos de un minuto. Se cierran hasta el cuello, pero no son estancos a partir de esa zona. Por eso hay que tener mucha precaución para no meter la cabeza dentro del agua, porque entraría y, si es mucha, te enviaría al fondo del mar. Me apunto voluntario, para la prueba. Me lo instalo, y me acerco al borde del témpano. Meto los pies, luego las piernas, no me entra agua, continuo el resto del cuerpo, y ya está: ¡estoy flotando dentro de un extraño y novedoso traje, en medio de este mar, rodeándome hielos por todas partes!. No puedes cometer un error de estabilidad, porque te vas al fondo. Yo casi lo cometo, al mover mis rodillas dentro del agua, que han de estar dobladas. Me caí de frente, metiendo la cabeza en el agua; la saqué muy rápido aunque el agua se me congeló en el acto sobre la cara, lo que me obligó a salir. Pero el segundo invento, también ha funcionado. Nos queda otra cosa por hacer: El año pasado, el 2007, los rusos enviaron un submarino al mismísimo Polo Norte, descendiendo hasta su fondo situado a 4.300 metros, y colocaron una bandera de Rusia, y dijeron que tomaban posesión de esa zona, para la explotación futura, y cada día más cercana de las grandes reservas de petróleo, y gas que se encuentran debajo de este mar helado. Países como EEUU, Canadá, Noruega, Dinamarca, etc.., se encolerizaron al ver las imágenes que dieron la vuelta al mundo. Nosotros en un acto sincero, y de igual modo que los rusos, decidimos hacer algo, que opinamos tiene el mismo valor: agujereamos un termo, para que se llenara de agua, y le atamos un cordino, al que unimos la bandera de León; y, en nombre de España, enviamos la bandera atada hacia el fondo. De momento Rusia y España tienen bandera en el fondo del Polo Norte, con una diferencia: Rusia se gasto unos millones de dólares en enviar un submarino, y nosotros 15 euros en el termo. ESCRIBE: Siga la aventura en: www.jesuscalleja.es DONDE hay monte o montaña los valles repiten dibujo: artesa de praderío de todo tamaño y capricho cerrado de seto vegetal que aquí se dice sebe con sus árboles en línea que, desnudos en invierno, parecen columnatas despelujadas de algún templo clásico y fantasmal. Los pájaros ven desde lo alto estas artesas del valle como si fueran mantas traperas hechas de retales de todo tamaño y con costurones trazados ya hace siglos, encepada la linde con raíces de muñón enorme... cobertor de felpa verde con sus caminos carretales por medio, sus regueras y presas, sus pajaradas, sus chopos ramoneados y acipresados... y sus vacas... « las penas y las vaquitas van por la misma senda; las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas », cantaba Cafrune. Por tierras de la Reina (en el marasmo riañés) así es la acuarela, el prado con capilotes, el paisaje, el zarzal y el zorzal, pero en Boca de Huérgano quieren pasar un rasero que acuchillará el tapete y depilará la cosa de tal forma que... adiós sebes, adiós prados, adiós reguerilla amena, adiós caminín rodado, adiós, adiós, adiós... Vienen atizando con su cartabón picudo los de la «concentración» y han sublevado a mucho vecindario que, en esta operación de amecimiento parcelario, está viendo demasiado a las claras gran tocino del de engrasar los ejes de la carreta, cambalache pampero, causa amiga y todas las sospechas que tan sistemáticamente ha venido propiciando en tantos lugares de esta ruralidad la «concentración parcelaria» desde que nació tras defuncionar su madre original, aquella boina del franquismo de postguerra que se llamó Instituto de Colonización Agraria. Nunca entendí las concentraciones parcelarias de montaña donde no cupo nunca más agricultura que una cuarta de huerto familiar con berza de hielo y tomatera que apenas madura. La hierba, el pasto, es su monocultivo, y no crecerá más porque lo aparcelen y sieguen sus linderos (gran salvajada). Y aún menos ahora que ni siquiera hay ganados. Cuando se anuncian estas operaciones en valles alpinos, hay siempre un lagarto ocelado que asoma; se trata más de cuadridular la cosa, vializarla y, al fin y al cabo, hacer solares que no miran a la vaca, sino al ladrillo. Eso se teme. En los huérganos alguien sueña con ser base urbanística de la futura estación de esquí.

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