Diario de León

LITURGIA DOMINICAL

¡No tengáis miedo!

Publicado por
JUAN CARLOS FERNÁNDEZ MENES
León

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EL evangelio de mañana es continuación del relato del domingo pasado. El Reino llega como una comida abierta a todos los hombres necesitados, pero los discípulos no lo entienden así, sino más bien como una forma de poder sobre los demás. Por eso Jesús les ordena cruzar al otro lado del lago, mientras él permanece en oración. Pronto sobreviene la tormenta, y se pone en evidencia la falta de fe de los apóstoles. Esta frase ha quedado asociada en la memoria reciente de la Iglesia a la persona del Papa Juan Pablo II. No en vano, el Papa actual, decía, al comienzo de su pontificado: «En este momento mi recuerdo vuelve al 22 de octubre de 1978, cuando el Papa Juan Pablo II inició su ministerio aquí en la Plaza de San Pedro. Todavía, y continuamente, resuenan en mis oídos sus palabras de entonces: «¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!». El Papa hablaba a los fuertes, a los poderosos del mundo, los cuales tenían miedo de que Cristo pudiera quitarles algo de su poder, si lo hubieran dejado entrar y hubieran concedido la libertad a la fe. Sí, él ciertamente les habría quitado algo: el dominio de la corrupción, del quebrantamiento del derecho y de la arbitrariedad. Pero no les habría quitado nada de lo que pertenece a la libertad del hombre, a su dignidad, a la edificación de una sociedad justa. Además, el Papa hablaba a todos los hombres, sobre todo a los jóvenes. «¿Acaso no tenemos todos de algún modo miedo -si dejamos entrar a Cristo totalmente dentro de nosotros, si nos abrimos totalmente a él-, miedo de que él pueda quitarnos algo de nuestra vida?». Y todavía el Papa añadía: «¡No! Quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada - absolutamente nada - de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera. Así, hoy, yo quisiera, con gran fuerza y gran convicción, a partir de la experiencia de una larga vida personal, decir a todos vosotros, queridos jóvenes: ¡No tengáis miedo de Cristo!». En estos últimos siglos la historia de la Iglesia ha estado marcada por triunfos y derrotas. Hoy podemos, con mejor perspectiva, señalar cuáles fueron los verdaderos triunfos y cuáles las verdaderas derrotas. Cuando triunfó el orgullo, la prepotencia, el avasallamiento de las conciencias..., en realidad la gran derrotada fue la Iglesia. Y la historia se encarga de demostrarlo. Cuando la Iglesia fue perseguida y marginada; cuando permaneció fiel a su ideal de pobreza, de diálogo..., entonces sí podemos hablar del triunfo de la fe. No sólo triunfo sobre los enemigos..., sino sobre el enemigo que está dentro de la misma Iglesia atentando contra los designios de Dios y los postulados del Evangelio.

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