Diario de León

Cosas de aquí | Activista contra la violencia

La prisionera de El Aaiún

Aminatu Haidar, encarcelada durante cuatro años sin que su familia supieran nada de ella, denuncia en Ponferrada las violaciones de los derechos humanos en el territorio del Sáhara

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Carlos Fidalgo - ponferrada
Ponferrada

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Aminatu Haidar estuvo desaparecida entre 1987 y 1991. Su familia en El Aaiún, la capital del territorio del Sáhara Occidental, no supo nada de ella durante todo ese tiempo. Aminatu había querido acercarse a una delegación de la ONU que visitaba la ciudad para entregarles propaganda contra la ocupación marroquí del territorio cuando la policía la detuvo junto a otros saharauis y la encerró sin juicio en la llamada Cárcel Negra de El Aaiún. Activista por los derechos civiles de su pueblo y convertida en un símbolo contra la ocupación de la antigua colonia que Marruecos considera parte de su soberanía desde que dejó de estar bajo bandera española hace 33 años, Aminatu no se ha cansado de decir que durante sus años de cautiverio fue torturada y permaneció con los ojos vendados día y noche, hasta que la dejaron libre. Ayer denunció en el campus de Ponferrada la violación de los derechos humnos que sufren los saharauis, y cómo la violencia genera pobreza, durante la apertura de la Semana Pobreza Cero organizada por la Universidad de León. Haidar, que tiene una hija de 16 años y un hijo de 14, se expresa con timidez y sólo habla árabe. Pero un traductor le ayudó ayer a entenderse con los periodistas que le aguardaban en el campus. Cuenta que los cuatro años que estuvo oficialmente desaparecida no fueron su única experiencia en las cárceles marroquíes. Entre el 2005 y el 2006, esta vez después de ser juzgada y condenada por un tribunal, volvió a pasar siete meses en la cárcel como castigo por haber organizado una manifestación en la ciudad de Smara. Pero aunque Aminatu fue apaleada, su nombre ya era conocido y la intervención de la Unión Europea y de los Estados Unidos evitó nuevas torturas. Hoy, después de haber recibido premios internacionales de derechos humanos como el Juan María Bandrés, en España, el Freedowm Award, en Washington, el Silver Rose del Parlamento Europeo y próximamente el Robert F. Kennedy, es una privilegiada a la que Marruecos no tiene más remedio que dejar salir y entrar del Sáhara para someterse a tratamientos médicos -de su estancia en la cárcel le ha quedado una columna vertebral afectada, problemas con la vista y una úlcera de estómago- y acabar participando en actividades como la que organiza esta semana la Universidad de León en los dos campus de la provincia. «La primera vez que salió corría el riesgo de sufrir represalias, pero la presión internacional, después de visitar España, la Unión Europea y Estados Unidos, ha sido suficiente apoyo para que no las sufra», decía su intérprete Y ayer, en Ponferrada, a pesar de que con los estudiantes en clase, apenas había gente en el salón de actos del campus, tuvo voz suficiente para lamentar la «hipocresía» de una comunidad internacional que se hace eco de las denuncias de los saharauis y a la vez quiere «agradar a Marruecos» firmando acuerdos de cooperación.

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