Cultivadores del oro rojo

Los agricultores dedicados a cultivar azafrán no saben qué es la crisis. Son unos afortunados en el difícil mundo del campo, tan afectado por los escandalosos márgenes comerciales que aplican los intermediarios a los productos que da la tierra y que acaban pagando los consumidores. La campaña de recogida de azafrán acaba de iniciarse y las previsiones de negocio no pueden ser mejores: toda la cosecha está vendida de antemano y no podrán atenderse pedidos de países árabes, Estados Unidos y Gran Bretaña porque, simplemente, no hay más producción. En consecuencia, se necesitan cultivadores de azafrán. El azafrán se introdujo en España procedente de Asia Menor y es La Mancha la principal comarca productora. Desde 1999 existe un Consejo Regulador de la Denominación de Origen Azafrán de La Mancha que se encarga de velar por la identidad de este producto y luchar contra azafranes iraníes que se venden como manchegos siendo de peor calidad. El «oro rojo», como es conocida esta especia, se paga realmente a precio de oro: un kilo cuesta unos 2.000 euros, cantidad nada exagerada si tenemos en cuenta que se necesitan 250.000 flores para conseguir sólo un kilo. «Las ventas están yendo fenomenalmente. Vendido antes de cosechado Toda la cosecha está vendida y necesitaríamos producir el doble o el triple porque la demanda es terrible», reconoce Antonio García Martín-Delgado, el presidente del Consejo Regulador, organismo del que forman parte 430 explotaciones agrarias y seis empresas envasadoras. Su producción superará este año la tonelada gracias a las abundantes lluvias caídas en marzo, abril y septiembre, mes este último en el que se planta el bulbo o «cebolla» como dicen en La Mancha. «Los precios están estabilizados y cultivar azafrán es rentable y compensa.