Diario de León

Diario de una aventura

Todo un mundo por explorar

Por delante tenemos un territorio lleno de belleza, pero también de trampas y pasajes complicados, pero a eso venimos: pura y auténtica aventura salvaje. Esto promete-¦

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Despertamos en casa de Denis, en una encantadora casita de madera, muy frágil, que está enclavada en la misma costa, con vistas al canal de Beagle, y todas sus paredes son cientos de libros y documentos de Tierra de Fuego. Es momento de despedirnos y regresar al velero, pues por radio nos confirman que los papeles están resueltos y los trámites de aduana todos correctos. Zarpamos y navegamos por el canal de Beagle rumbo oeste, hacia nuestro objetivo: la cordillera Darwin. Tenemos que alcanzar una bahía que se llama Yendegaia, pero antes recorremos el canal que tiene 300 kilómetros de largo y que anteriormente era un gran glaciar que se derritió y se convirtió en un paso natural desde el Atlántico hasta el océano Pacífico. A ambos lados se descuelgan vertiginosas paredes de las montañas contiguas, que se alzan verticales hasta cimas de más de dos mil metros, donde los glaciares llegan incluso hasta el mar. Es todo un espectáculo para la vista este lugar casi de fantasía.

Navegamos con fuerte viento y en unas diez horas llegamos a la bahía Yendegaia. Aquí sólo vive una persona, la única que habita en el amplio territorio de Cordillera Darwin. Lleva aquí catorce años solo, cazando vacas cimarronas, es decir salvajes. Es un gaucho llamado José, pero un gaucho de los que ya no quedan. Está curtido por la dureza de un trabajo infernal, y solo siempre solo, hasta hace dos años que llegó en un velero una chica belga con su pareja a la que se les terminó el amor precisamente en este lugar y ella se enamoró de José, curiosamente también en este lugar. Desde entonces vive con el y se ha acostumbrado a esta vida tan dura. Ahora le ayuda en la caza de vacas salvajes con sus perros y caballos que también eran salvajes, hasta que José los domó. Esta chica se llama Anamy, y nos ha resultado de gran ayuda, pues José está de viaje y sólo está ella, y nos da una buena noticia: ella misma dirigirá la caravana de caballos hasta el campo base. Esa misma noche cenamos un exquisito asado de cordero en su humilde casa, bien calentita, pues fuera hace un frío húmedo muy desagradable. Conversamos hasta la una de la madrugada y nos contó historias increíbles de su nueva vida.

Nos vamos al velero a dormir, pues el día siguiente será muy duro. Tengo un reloj Suunto que en su último modelo te anuncia una función qua hasta entonces desconocía. A las cinco de la madrugada se activa esta alarma y un mensaje aparece en la pantalla digital: «Tormenta próxima». Me pregunto qué es eso y rápidamente lo entiendo. A las nueve de la mañana empieza un temporal increíble de lluvia muy intensa. Luego el viento sopla con furia y da la sensación de que el cielo se viene encima. Esto es lo que nos espera para casi todos los días. Temporales que llegan desde la Antártida a tan sólo mil kilómetros de distancia.

Toca ensillar los caballos y organizar las cargas. Tenemos que pasar túrbales, que son unos musgos que se acumulan unos encima de los otros y se encharcan de agua y donde te hundes hasta la rodilla, luego cruzamos a caballo varios ríos, con agua hasta la panza del caballo, nos perdimos varias veces en los tupidos bosques, tuvimos que encontrar el camino correcto en el laberinto de castoreras, que todo lo inundan, los mosquitos son tan voraces que nos comen vivos. Tardamos no sé cuántas horas en llegar a los glaciares, donde instalamos el campamento: tres pequeñas tiendas de campaña. Estamos muy cansados de tanta tensión. Pero a partir de mañana empieza lo peor, la verdadera dureza: entramos ya en la zona de los glaciares y la ruta que seguiremos apunta muy alto, desde la escalada al monte Caledonia, hasta la exploración y apertura de un nuevo territorio glaciar todavía sin explorar. Por delante un amplísimo territorio, lleno de belleza, pero también de trampas y pasajes complicados, pero a eso hemos venido: a la pura y auténtica aventura salvaje. Esto promete-¦

tracking