Diario de León

Ni móvil ni redes, los animales saben cómo

- La gran incógnita es si los animales se comunican intencionadamente, pero lo que la ciencia tiene claro es que lo hacen con éxito, adaptándose al medio para reproducirse, alimentarse, protegerse de los depredadores y cumplir su misión ambiental

León

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Hay mucha vida silenciosa en el planeta que bulle fuera de las redes sociales, Google y WhatsApp. Los animales no saben de hashtags, algoritmos, analytics, blogger, chat, Tinder, follower, influencer, target o viralidades. Sin embargo, dominan todos esos palos a la perfección. La naturaleza pone a sus alcance todos los medios y los más avispados saben utilizarlos para comunicarse, liderar, ligar, proteger, colaborar o guerrear. «Hay individuos de especies que son muy capaces de todo eso y otros no, como los humanos». Gonzalo Rodríguez Ruiz, madrileño criado en Ávila y doctor en Biología por la Universidad de Salamanca, es un apasionado de las lagartijas, a las que se puede decir que adoptó como mascotas desde pequeño para interesarse por la biología, el comportamiento y la comunicación entre estos saurópsidos que tanta fascinación suelen ejercer en los más pequeños. Esta pasión le llevó a ampliar su campo de investigación a otras especies tras años de estudios con su trabajo en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, publica un libro titulado Cómo se comunican los animales. «Es el libro que me hubiera gustado leer a mí cuando empezaba mis estudios».

La conclusión es que la manera más eficaz que tienen los animales para comunicarse «está relacionada con su capacidad genética, es decir, si están adaptados al medio. El medio es fundamental para que la comunicación sea efectiva y el éxito de la comunicación depende del ambiente».

 Los peces aprovechan los elementos químicos del agua para amplificar su mensaje y el agua también es esencial para propagar el sonido de las ballenas, que no es útil si salen al exterior. Los colores vistosos de las plumas de los pájaros, que brillan en la oscuridad, son señales luminosas como semáforos en medio del campo. 

 La gran incógnita todavía para la ciencia es si los animales utilizan todas estas cualidades físicas para comunicarse intencionadamente. «No lo sabemos con certeza y nunca lo sabremos», asegura Gonzalo Rodríguez. En la naturaleza los silencios son altavoces que ponen el foco en la observación. «Hay investigadores que dicen que la intención podría estar presente, pero la realidad es que no lo sabemos porque hay animales que sí lo aprovechan para comunicarse y otros no, pero no sabemos si es porque dentro de una misma especie unos individuos tienen más capacidad que otros». Gonzalo pone como ejemplo al herrerillo. «Al final del verano suele buscar frutos entre los arbustos. Si realiza esta actividad en presencia de otros pájaros, el herrerillo estaría liberando información social, pero esto no quiere decir que esté comunicando a sus ‘vecinos’ que ahí hay comida para todos, simplemente no puede evitar que otros animales le vean comer. Otros ejemplos de información social involuntaria son las huellas que deja un individuo al pasar por un camino embarrado o los restos de comida en el suelo».

La realidad es que el aprovechamiento del medio y de las singularidades físicas son un seguro reproductivo para los animales, su principal misión en la naturaleza, casi al mismo nivel que defenderse de sus depredadores y encontrar alimento. «En el libro hablo de cómo la evolución ha ido seleccionando a los individuos que por el hecho de comunicarse bien han tenido más éxito. Esta variabilidad se da en todas las especies, como en los humanos. Imagina que está en una manifestación, por ejemplo, donde hay mucha gente. No tienes móvil y quieres comunicarte con una persona que está a varios metros, ¿qué haces? Gritar es inútil, no te va a oír, pero sacas una pancarta, algo que llama la atención, así tendrían éxito. Pues lo mismo les pasa a los animales, pero teniendo en cuenta que el ambiente puede cambiar y lo que vale para esa manifestación no vale para otras ocasiones».

Para Gonzalo, uno de mayores éxitos de comunicación la tienen las lagartijas, su pasión. «Lo que más me ha interesado es la comunicación química de las lagartijas. Los machos secretan una sustancia y por el olor los otros machos pueden saber cómo de fuerte es su rival. Ese mismo olor da información a las hembras para elegir a la pareja y reproducirse. Para mí, el Tinder de las lagartijas está en sus patas».

El libro está disponible en las librerías a un precio de 13 euros y recoge once años de investigación de una docena de especies animales diferentes.

Gonzalo Rodríguez Ruiz es doctor en Biología y Conservación de la Biodiversidad por la Universidad de Salamanca. Su investigación en el Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC se ha centrado en la ecología del comportamiento de los reptiles, estudiando aspectos como la comunicación química, la ecofisiología, la relación entre salud y elección de pareja, así como el efecto de las perturbaciones y la contaminación sobre la fauna.

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