Diario de León

En la variedad está el gusto

Mil desayunos para alimentarse mejor

El desayuno no debe ser pesado ni demasiado copioso, pero sí completo, aportando cantidad y variedad adecuada de nutrientes (proteínas, vitaminas, minerales y oligoelementos). De esta forma, estaremos en condiciones

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León

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Se aproxima el calor, el verano, y en algunos casos, ésto lleva añadido un cambio de horarios no siendo tan estrictos como los que se mantienen el resto del año. Este cambio de costumbres, entre otras, incide de forma directa en la alimentación. La rutina diaria por lo tanto se ve alterada, pero no es excusa para abandonar los hábitos de alimentación saludables que se han mantenido meses atrás.

Desayunar es uno de ellos. El desayuno no debe ser pesado ni demasiado copioso, pero sí completo, aportando cantidad y variedad adecuada de nutrientes esenciales (proteínas, vitaminas, minerales y oligoelementos). De esta forma tan sencilla estaremos en condiciones de un mayor rendimiento y desarrollo físico e intelectual.

Las personas que toman desayunos insuficientes o que no desayunan suelen estar descompensadas, con mayores niveles de grasa y colesterol, en disminución de fibra, vitaminas, glúcidos y minerales.

Un desayuno completo y saciante evita picar entre comidas y consumir compulsivamente alimentos excesivamente grasos o azucarados antes del mediodía. Contribuye a equilibrar la alimentación, que debe estar repartida en cinco comidas. En definitiva ayuda a controlar el peso.

Rendimiento intelectual. Un buen desayuno aumenta el rendimiento intelectual, mejora el aprendizaje, la memoria, la capacidad de locución o expresión, la creatividad y la resolución de problemas, potencia las facultades cognitivas, por lo que es muy importante desayunar antes de iniciar cualquier actividad, especialmente si es académica. El desayuno es un hábito alimentario que llega a condicionar el estado físico, psíquico y nutricional no sólo de niños y adolescentes, sino de personas de todas las edades.

Tomar deprisa un vaso de leche antes de salir de casa o un café con leche nos produce un vacío físico a media mañana, ya que no es suficiente para favorecer el rendimiento y capacidad durante la jornada. De ahí que muchas personas recurran a la cafeína, sin la que no tendrán suficiente energía para responder el resto del día.

Para que un desayuno pase de ser excepcional a convertirse en una actividad habitual basta con una serie de sencillos prácticas: levantarse con suficiente antelación para dedicarle entre 15 y 20 minutos, hacerlo en la mesa con una presentación agradable, diversificar componentes, variar texturas, presentaciones y mas ticar despacio.

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