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Los consejos de Carmen

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Un tercio de la población europea sufre sobrepeso, con la amenaza de un incremento de los factores de riesgo de enfermedades coronarias, diabetes y cáncer. Paralelamente, el mercado está saturado de todo tipo de dietas que coinciden en varias características: son difíciles de aplicar, implican limitaciones en la ingesta de energía que las hace ser restrictivas y difíciles de cumplir y generalmente no son efectivas ni sostenibles a largo plazo, por lo que producen el conocido efecto yo-yo. El estudio Carmen ( Carbohydrate Ratio Management in European National diets ), apoyado por la Unión Europea y promovido en España por el Instituto de Estudios del Azúcar y la Remolacha, es el primero que se realiza sobre intervención nutricional a largo plazo en varios centros europeos con participación de investigadores de Copenhague, Maastricht, Cambridge, Postdam y Badalona. La investigación parte de los resultados de estudios epidemiológicos anteriores que «ya apuntaban la posibilidad de que una disminución en el consumo de grasas con un aumento paralelo de los hidratos de carbono podría ser beneficioso para el control del peso», según señala el informe. Con la participación de cerca de 400 personas voluntarias de cinco nacionalidades, se investigó cómo las personas normales que descubren que están comenzando a engordar pueden controlar su peso simplemente escogiendo los alimentos adecuados. Carmen ha demostrado, según las conclusiones del estudio, que esto es posible y no sólo en una investigación de unos pocos días o semanas sino a más largo plazo ya que los grupos se sometieron a seis meses de investigaciones en diferentes ciudades europeas. Los investigadores, dirigidos en España por el doctor Formigueira en el Hospital Universitario Germans Trias i Pujol, subrayan que hasta ahora múltiples estudios «habían demostrado que los hidratos de carbono juegan en la dieta un papel muy beneficioso para la prevención y tratamiento de la obesidad». Pero, en general, «no han discriminado entre hidratos de carbono simples (azúcar) y complejos (pasta, pan, patatas, arroz) y aquí radica también la importancia» del estudio Carmen. Los voluntarios, hombres y mujeres adultos, normalmente sedentarios y sanos, fueron divididos sin su conocimiento en tres grupos. El grupo 1 siguió una dieta con un 30% de energía procedente de la grasa, un 10% menos de lo normal, reemplazando esta energía por hidratos de carbono complejos (legumbre, pasta, pan arroz, etc). El grupo 2 siguió la misma dieta baja en grasa pero reemplazó la mitad de las calorías perdidas (5%) por hidratos de carbono complejos y la otra mitad por hidratos de carbono simples (azúcar y alimentos azucarados). El grupo 3 siguió su dieta habitual, para servir de control. Al final de los seis meses este último grupo, como se esperaba, ganó un poco de peso mientras que los otros dos perdieron entre uno y dos kilogramos de peso, en gran medida a costa de pérdida de la masa grasa corporal. «No se trataba de un régimen restrictivo -indica el informe Carmen- sino de una demostración de cómo las personas normalmente sedentarias y sanas pueden, si lo necesitan, controlar su peso e incluso perder algo de grasa corporal, solamente cambiando la composición de su dieta». No alteran el colesterol Destaca, igualmente, el hecho de que la ingesta de grasa fuera significativamente más baja en el grupo con una dieta alta en hidratos de carbono simples y que ninguna de las dietas altas en hidratos de carbono afectaron a los niveles de triglicéridos y colesterol en sangre. Tampoco «tuvo una incidencia adversa para los indicadores de riesgo de las principales enfermedades coronarias relacionadas con la alimentación», añaden los investigadores. Carmen se ha convertido en una herramienta básica con «consejos sencillos» para contribuir a resolver «un problema médico a nivel mundial como la obesidad, sin necesidad de someter a las personas sanas con ligero sobrepeso a dietas restrictivas de difícil cumplimiento». Según las estimaciones del estudio, difundido por el Instituto de Estudios del Azúcar, una reducción a largo plazo de uno a dos kilos puede suponer un descenso del 15% al 30% de la población europea con sobrepeso.

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