Diario de León

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Solo la peste consiguió que se tapiara la Puerta del Perdón de la iglesia de Santiago Apóstol de Villafranca del Bierzo para impedir cualquier asalto al templo. Pero de eso hace ya mucho. La última vez que el portón se abrió fue el 31 de diciembre de 2010, para celebrar el cierre del último Año Santo Jacobeo. Solo aquí, en Villafranca, se puede conseguir el Jubileo antes de llegar a la Catedral de Santiago de Compostela y el 2021 que está a punto de empezar vuelve a ser Año Santo. Vuelve, por lo tanto, a haber opciones y Villafranca será, de nuevo, lugar de peregrinación.

Eso sí, para conseguir el Jubileo cientos de kilómetros antes de llegar a la tumba del Apóstol hay que tener una excusa válida. No todo el mundo puede hacerlo. «La puerta se abre únicamente para aquellos peregrinos que están enfermos o incapacitados para llegar a Santiago», recuerdan fuentes municipales. Las Gracias Jubilares no se regalan. Los últimos que aprovecharon este privilegio fueron 48 usuarios de la Confederación Española de Asociaciones de Atención a las Personas con Parálisis Cerebral (Aspace), en junio de 2010. Ese año, más de 44.000 personas visitaron la iglesia de Santiago.

De momento, el coronavirus ha obligado a paralizar cualquier proyecto, pero es tradición que el Ayuntamiento de la también llamada Pequeña Compostela organice diversos actos culturales vinculados al Camino de Santiago en un año como el que ya está picando a la puerta. El Camino es uno de los pilares fundamentales de la historia de Villafranca y también de su presente, entendido como acicate cultural y económico. «Villafranca del Bierzo es el final de la décima etapa del Códex Calixtinus que parte de Rabanal», subrayan desde el Ayuntamiento. Pero no solo es Camino Francés, también aquí se sitúa el final del Camino Olvidado que empieza en Bilbao.

La villa que riega el Burbia está marcada por el trasiego de caminantes que se dirigen a Santiago, pero otros muchos son los caminos que puede escoger quien pisa sus calles empedradas y respira el aire de talante romántico que desprende Villafranca. No hay que olvidar que aquí nació Enrique Gil y Carrasco. El teatro lleva su nombre y en la calle del Agua, la más admirada, está su casa natal.

Tantos son los caminos en plena Reserva de la Biosfera de Los Ancares y alguno lleva hasta oro, el de La Leitosa, la mina explotada por los romanos en los dos primeros siglos de esta era que conserva muchos de los canales que conducían el agua hasta el complejo para llevar a cabo el proceso conocido como ruina montium, empleado también de Las Médulas. Así mismo, son visibles los depósitos de estériles y de aluvión que rellenan los valles y el paraje se convierte en un mirador perfecto para contemplar el paisaje rojizo característico.

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