Diario de León

POLVO BENDITO

La borrasca Celia trajo el Sáhara al continente europeo y cubrió de arena la Península Ibérica. Al margen de la incomodidad de vivir entre la tierra roja del desierto, el polvo sahariano es rico en minerales como el fósforo que nutre desde hace millones de años tierras de todo el planeta, entre ellos los suelos amazónicos y canarios, y los mares

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Lluvia de sangre, de barro, decorado de Mad Max, filtro sepia. Son las expresiones más leídas en las redes sociales a medida que las fotos con cielos anaranjados o rojizos se apoderaban de internet en la Península Ibérica. La borrasca Celia trajo el Sáhara al continente europeo.

Este fenómeno meteorológico cubrió calles, coches, tejados y huertos de una fina capa de tierra roja. Este polvo en suspensión procedente del continente africano ha provocado que España se convirtiera por una semana en el país «más contaminado del mundo», según Yurima Celdrán, experta de Meteored.

Ciudades como León, Ávila, Salamanca, Segovia o Madrid alcanzaron concentraciones de partículas inferiores a los 10 micrómetros (PM10) cercanas a los 1000 microgramos por metro cúbico (µg/m3). «Estas cifras toman relevancia si las comparamos con el promedio diario que la OMS entiende como saludable de 45 µg/m3», señala la experta de Meteored. «Se trata de datos superiores a los que se observan en China o India», añade.

Esta situación provocó un peligro para la salud, pero también es positivo, para los campos y los mares. A pesar de estar separados por más de 10.307 kilómetros y poner un océano de por medio, el Sáhara y el Amazonas están íntimamente relacionados. De hecho, el segundo depende mucho de la fina arena del desierto africano.

Los cielos rojizos no son exclusivos de España cuando el polvo sahariano se desplaza al norte o al oeste y llega a las Islas Canarias. Estas partículas son capaces de emprender un viaje transoceánico y llegar a América.

Cada año, miles de toneladas de pequeños granos de arena del desierto se mueven por la atmósfera gracias a los vientos alisios y son capaces de fertilizar las tierras amazónicas. Cerca de 60 millones de toneladas, calcula la Nasa, de polvo mineral cargado de nutrientes asciende al cielo que finalmente acaban regando la vegetación en América del Sur y el Caribe.

Este viaje llevó a investigadores de la agencia espacial estadounidense a observar de cerca estas partículas entre 2007 y 2011. «Unos 27,7 millones de toneladas de polvo se precipitaron sobre la cuenca amazónica en este periodo», destacaron en un artículo publicado en la revista ‘Geophysical Research Letters’.

El mismo estudio revela que el Amazonas pierde unas 22.000 toneladas cada año de fósforo por la lluvia y las inundaciones y es este elemento, junto al nitrógeno o el hierro, nutrientes fundamentales en el crecimiento de las plantas y en la riqueza de un suelo fértil. Una pérdida que es compensada por la llegada de la calima sahariana.

Este polvo procedente del continente africano está compuesto específicamente por aluminosilicatos (óxido de aluminio y sílice), arcilla, yeso, calcita y fósforo, entre otros. La llegada de estos ingredientes favorece la creación de biomasa en los bosques amazónicos.

El fósforo es un nutriente esencial para las plantas. Participa en los procesos de fosforilación, fotosíntesis, respiración y en la síntesis y la descomposición de los carbohidratos, proteínas y grasas. Además, fomenta el enraizamiento y macollamiento de los cultivos. Los investigadores estiman que casi el 1% del material que el Sáhara lleva hasta el Amazonas es fósforo.

Las Canarias, beneficiadas y perjudicadas a la vez. Aunque, la Península Ibérica ha sido azotada en su totalidad por este episodio, las islas Canarias tienen en este fenómeno pasajes muy frecuentes.

El Sáhara y el Sahel son dos focos emisores de polvo hacia las islas desde hace 4,6 millones de años y cuatro millones respectivamente, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).

Su huella está marcada en los suelos de Fuerteventura y Gran Canaria. En esos suelos, los autores han hallado partículas de cuarzo y mica, dos minerales que no existen en las rocas de Canarias pero que son componentes fundamentales de las calimas africanas. «Son componentes fundamentales de las calimas africanas. Y su origen en el Sáhara lo delata su perfil químico, que casa con el de partículas de polvo de ese mismo desierto capturadas al otro lado del Atlántico, en Barbados y Bermuda», aseguran los investigadores en un artículo publicado en la revista ‘Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology’.

A pesar de estos beneficios para la naturaleza, la presencia de este polvo sahariano en la atmósfera tiene su parte negativa para el terreno, ya que un exceso de calimas, de altas temperaturas en el mar y tiempos en calma hacen que el fitoplacton se acerque a las islas.

Además, la calima también puede tener efectos negativos en la agricultura porque reduce el rendimiento de los cultivos y la actividad fotosintética, se pierde tejido vegetal y se incrementa la erosión del suelo.

Estos minerales del desierto no solo ‘alimentan’ las tierras amazónicas, sino también los fondos marinos. Los investigadores canarios los han llegado a encontrar en las profundidades del Atlántico. A pesar de sus componentes y daño a la salud humana, este polvo es un arma poderosa contra el cambio climático al enriquecer las aguas y alimentar el plancton presente en el fondo del mar. Estas plantas actúan como sumidero de CO2 al capturar un carbono que no termina en la atmósfera, sobrecalentando el planeta.

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