
Armonía es una corderita que tuvo la «mala pata» de que su madre cayera sobre ella y le fracturara la tibia cuando solo tenía 5 días. Su destino, como el de tantos otros animales de granja «descartados», era ser sacrificada; pero entonces sí que tuvo un golpe de suerte: fue rescatada por un santuario animal donde permanecerá hasta la muerte; eso sí, de forma natural.
Armonía da además nombre al proyecto de fotografía documental de Ana Palacios, que explora la vida en los santuarios de animales, espacios dedicados a la protección y cuidado de animales rescatados, en su mayoría, de la industria de la ganadería intensiva. La historia de esta cordera tuvo final feliz y ahora se recupera junto a su madre, Tecla, para no romper el vínculo y que pueda continuar amamantándola. Vivirán juntas hasta el último día.
«Son animales que rescatan de la cadena de consumo, los que son llamados ‘de granja’. En los santuarios animales van a cuidarlos y van a vivir hasta que mueran de forma natural», señala la fotoperiodista en una entrevista a Efe, con motivo de su exposición en el Centro de Fotografía con causa f/DKV de Zaragoza, donde hasta el 22 de febrero se podrán descubrir las historias detrás de unas sesenta instantáneas tomadas en dos santuarios de animales catalanes: Gaia y El Hogar Animal.
A diferencia de los centros de protección animal, que normalmente acogen perros o gatos que pueden ser adoptados, los santuarios se convierten en el nuevo hogar de un conjunto de animales; en estos dos casos, se trata principalmente de animales de granja: desde ovejas y cabras, hasta patos y gansos o cerdos y vacas.
Gaia acoge casi 500 animales rescatados tras ser abandonados o decomisados por la policía, y El Hogar Animal a 270, en su mayoría, con algún problema físico o psicológico, ya que este centro está muy enfocado al cuidado de los más vulnerables.
La fotógrafa zaragozana ha centrado su carrera en temas sociales.