Diario de León

Puigdemont advierte: «La estabilidad habrá que ganársela día a día»

Carles Puigdemont, ayer en Bruselas, anuncia el pacto para la amnistía. OLIVER MATTHYS

Carles Puigdemont, ayer en Bruselas, anuncia el pacto para la amnistía. OLIVER MATTHYS

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Carles Puigdemont cerró el jueves un ciclo, el del desafío independentista que protagonizó en 2017, y abrió otro, quién sabe si el de un segundo ‘procés’, pero esta vez negociado con los socialistas. En el mismo lugar donde hace seis años compareció ante los medios (el club de prensa de la capital belga) tras huir a Bruselas poco después de declarar la independencia de Cataluña, el dirigente soberanista celebró el acuerdo con los socialistas, que a su juicio puede abrir una «etapa inédita» que culmine en un pacto «histórico» de resolución del conflicto y que entre otras cuestiones podría favorecer su regreso a Cataluña. Eso sí, volvería amnistiado y no tras derrotar a la justicia española en los tribunales europeos, como llevaba años prometiendo a sus fieles. Puigdemont trató en todo momento de vender el acuerdo con los socialistas como algo que no tiene nada que ver con la alianza que han mantenido PSOE y ERC estos últimos cuatro años. «El ‘a cambio de nada’ va a la papelera de la historia», afirmó sobre los pactos de los republicanos en la anterior legislatura. «Para hacer lo mismo, Junts no hace falta», recalcó. El expresidente de la Generalitat admitió que el pacto suscrito con Pedro Sánchez no resuelve nada a día de hoy y que sigue existiendo una «desconfianza histórica». Pero se propuso ser ambicioso y hasta sacó pecho, al asegurar que no han tenido que pedir perdón ni reconocer que en el 1-O se cometieron delitos. La estabilidad está en el aire. Solo será posible si hay cumplimiento de lo acordado, a través de lo que calificó como una negociación permanente. Avisó así que tiene que haber avances y acuerdos en las dos carpetas que considera claves, la del reconocimiento nacional de Cataluña, con la autodeterminación como asunto central, y la que hace referencia al déficit fiscal, con el objetivo último de un cupo a la catalana. Sánchez tendrá que ganarse la estabilidad «acuerdo a acuerdo», «trinchera a trinchera», «día a día», advirtió. Incluso se mostró desafiante: «No nos hemos fijado ningún otro límite más que la voluntad del pueblo de Cataluña».

El Parlament como único límite choca con la premisa del PSOE de que todo lo que se pacte esté dentro de la Constitución y abre, además, la puerta a retomar en el futuro la vía unilateral. Hace seis años, el único tope lo fijaba la Cámara catalana y el independentismo aprobó las leyes de la desconexión, el 1-O y la DUI.

El líder nacionalista no presentó el acuerdo como «histórico», como se expresó el 5 de septiembre. Entonces, fijó las líneas rojas para la negociación. Exigió una ley de amnistía, un mediador, el reconocimiento del independentismo como interlocutor válido y el reconocimiento nacional de Cataluña. No ha pactado un referéndum como defendía. Y el referido reconocimiento nacional queda pendiente. Lo que sí ha acordado es un foro de negociación con verificador internacional.

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