Diario de León

'Bendiciones' oficiales

El ‘día D’ del panteón de Alfonso VI

Sahagún inaugura el viernes el mausoleo del Emperador de las Españas Está invitada la casa real y a la Junta, pero solo el obispo ha confirmado su asistencia

Arriba y a la izquierda, los sepulcros realizados por Amancio González. Derecha, primitivo sepulcro de Alfonso VI. JESÚS F. SALVADORES / ACACIO DÍAZ

Arriba y a la izquierda, los sepulcros realizados por Amancio González. Derecha, primitivo sepulcro de Alfonso VI. JESÚS F. SALVADORES / ACACIO DÍAZ

León

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La conclusión de una gran obra raras veces coincide con la fecha de su inauguración. El panteón de Alfonso VI, obra del escultor leonés Amancio González, autor de la famosa Negrilla de la plaza de Santo Domingo, tendrá las ‘bendiciones’ oficiales un año después, por culpa, en parte, de la pandemia.

En junio, Felipe VI únicamente visitó Las Edades del Hombre en la sede de Burgos, dejando de lado las otras dos sedes, Sahagún y Carrión de los Condes. Mientras la localidad palentina armó un ‘pequeño escándalo’, la localidad leonesa apenas alzó la voz, a la esperaba de que el rey visitara el nuevo mausoleo real del convento de Santa Cruz. Aquí yacen los restos del Emperador de las Españas y de cuatro de sus esposas: Inés, Constanza, Berta y Zaida —sexta mujer del monarca leonés—, así como su hijo, el infante Sancho —muerto prematuramente en la batalla de Uclés—. Alfonso VI, que jamás firmó como rey de Castilla, ciñe su cabeza con una corona rematada por castillos. Una licencia del artista que, en su momento, levantó cierta polémica entre sectores leonesistas.

Amancio González se defendió argumentando que el adorno de la ‘tiara’ es en realidad la fachada de una catedral románica. El escultor pretendía hacer una obra «creíble, que pudiera mimetizarse con su entorno, compitiendo cara a cara con el altar barroco que tiene a su espalda». González se inspiró para otros elementos ornamentales —dos claustros y dos ángeles románicos— en el conocido sarcófago de los Ansúrez, originario de Sahagún y hoy en los fondos del Museo Arqueológico Nacional.

Los nuevos sepulcros, flanqueados por cuatro leones de alabastro, fueron financiados por el Ayuntamiento y una subvención de 20.000 euros de la Junta. El monasterio, habitado por nueve monjas, aloja entre sus joyas, a La Peregrina, talla prestada a la exposición Lux de Las Edades del Hombre.

Los invitados

El ‘día D’ será el viernes. De momento, ni la casa real ni la Junta han confirmado la asistencia de ningún representante, según la alcaldesa de Sahagún, Paula Conde. Únicamente se cuenta con la presencia del obispo de la diócesis, Luis Ángel de las Heras. Las benedictinas llevaban esperando desde los años cuarenta por un monumento funerario a la altura de uno de los grandes monarcas de España. Alfonso VI ordenó que, muriera donde muriera, sus restos debían ser enterrados en Sahagún.

El rey apodado el Bravo fue el segundo hijo de Fernando I el Santo y de doña Sancha de León, los grandes benefactores de San Isidoro. Se cree que nació hacia 1040 —aunque no hay constancia fehaciente—, accedió al trono de León en 1065, a la muerte de su padre, quien repartió los otros reinos entre sus hijos García (Galicia) y Sancho (Castilla). Tras su fallecimiento, en junio de 1109, sus restos fueron trasladado a Sahagún por su hija Urraca, ya reina de León, tal y como había expresado el monarca en sus últimas voluntades.

En 1908 los restos del emperador fueron descubiertos en un rincón de la sacristía por el profesor Rodrigo Fernández Núñez y el capellán Pedro Pérez. Ahora, la última morada de Alfonso VI y de cuatro de sus seis mujeres están ubicados en la zona noble de la iglesia del convento de Santa Cruz, junto al retablo de los hermanos Churriguera, originario del cercano monasterio dominico de Trianos. Amancio González ha tratado de ajustar su obra al románico imperante en la época del emperador. Felipe III intentó sin éxito trasladar los restos de Alfonso VI al Panteón Real de San Isidoro. Luego lo intentarían también la Comisión de Monumentos, en 1910; y los responsables de Patrimonio, en 1948.

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