Diario de León

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La historia de aquel escribano que se convirtió en señor de Otero

Manuel Arias publica su estudio sobre la ilustre familia de los Escarpizo-Pernía .

La casa-torre luce blasones con los entronques familiares de los señores de Otero.

La casa-torre luce blasones con los entronques familiares de los señores de Otero.

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E. Gancedo | León
León

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Hoy acoge un coqueto centro etnográfico que cuenta cómo era la vida en la Cepeda y áreas próximas hasta la llegada de la industrialización —eso después de unas intensas y muy solicitadas labores de restauración—, pero el torreón de los Pernía que se alza en la localidad de Otero de Escarpizo fue también casa solariega de una familia ilustre y bien arraigada en la zona, de cuya intrahistoria da ahora buena cuenta el historiador Manuel Arias Martínez en un libro editado por el Centro de Estudios Astorganos Marcelo Macías.

Subdirector del Museo Nacional de Escultura de Valladolid y experto en el Renacimiento español, Arias comenta a propósito de su obra Los Escarpizo Pernía, señores de Otero , que la recuperación de la casa-torre «y el entusiasmo generoso de su animador, el pintor Benito Escarpizo, fueron el estímulo para realizar este trabajo. Por fortuna, en los años sesenta esta familia donaba toda su documentación al Archivo Diocesano de Astorga y eso también es una singularidad en el panorama de este tipo de estudios, puesto que no es un gesto frecuente».

Manuel Arias concreta que los señores de Otero constituían «una familia de esa pequeña nobleza leonesa que se consolida en el siglo XVI, cuando adquieren a la Corona un señorío territorial enclavado en la comarca de la Cepeda que anteriormente había pertenecido a la Mitra astorgana. En la villa de Otero de Escarpizo construyen los elementos simbólicos de su nuevo estatus, la casa y la capilla funeraria, trasladando su residencia a Astorga en el siglo XVII, donde forman parte activa de la vida ciudadana hasta la desaparición misma de los señoríos, en el siglo XIX».

El fundador del mayorazgo y primer señor de Otero, Antonio Álvarez Escarpizo, es, cuenta el autor, «un paradigma del ascenso social de un escribano enriquecido, que pasa a tener condición de señor». «Los entresijos familiares y los distintos entronques con familias de la zona son moneda corriente, y ayudan a entender los mecanismos de la sociedad de su tiempo», continúa este experto astorgano.

«El señorío recaía, en el siglo XVII, en los Pernía-Melgar, originarios de la localidad vallisoletana de Villafrechós, que terminan instalándose en Astorga donde serán regidores del Ayuntamiento —detalla—. En el siglo XVIII, Melchor de Pernía será nada menos que diplomático en Dinamarca y Filipinas, mientras que su hermano José Benito de Pernía, capitán de fragata, se retira a su ciudad natal donde le sorprende la Guerra de la Independencia, participando en la defensa de Astorga».

Además de los avatares familiares, el libro analiza el patrimonio vinculado a esta saga: «El estudio de los inventarios arroja noticias para conocer los ajuares domésticos, los cuadros que decoraban las estancias o el mobiliario, pero no se detectan obras excepcionales, y todas se dispersaron con el paso del tiempo y las generaciones», dice Manuel Arias, pero avisa también de que el conjunto conservado en la iglesia parroquial de Otero de Escarpizo reviste un gran interés «por haber llegado hasta nuestros días como ejemplo de la preocupación por la vida eterna. La capilla funeraria puede atribuirse a uno de los arquitectos de la Catedral de Astorga, Pedro Álvarez de la Torre, y en ella se conserva el retablo original. Además, el retablo mayor del templo, construido con el mecenazgo de los señores de la villa, es un buen ejemplo de la labor que realizaban los talleres artísticos astorganos hacia 1600».

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