Diario de León

La ministra Robles abre la división en el Gobierno al romper el apoyo a Marlaska

La Guardia Civil depende jerárquicamente de Defensa aunque en términos operativos está adscrita a Interior

La ministra de Defensa, Margarita Robles, visita ayer la sede del Banco de Alimentos de Madrid. DAVID FERNÁNDEZ

La ministra de Defensa, Margarita Robles, visita ayer la sede del Banco de Alimentos de Madrid. DAVID FERNÁNDEZ

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Todo el Gobierno, desde el presidente al ministro de Consumo, han arropado al titular de Interior, hasta que llegó su colega de Defensa. La leonesa Margarita Robles evitó ayer sumarse al cierre de filas con Fernando Grande-Marlaska tras la polémica surgida por su decisión de destituir al coronel de la Guardia Civil, Diego Pérez de los Cobos.

«No opino, no me corresponde, son (decisiones) de otro compañero», afirmó ayer la ministra de Defensa. Horas después se ratificó: «No tengo que hacer ninguna consideración».

Ambos son jueces, pero nunca, ni cuando se enfundaban las togas, ella en el Supremo y él en la Audiencia Nacional, se han llevado bien. Ahora, en el Consejo de Ministros, su trato es distante. Una frialdad que se puso ayer de manifiesto cuando Robles evitó dar el más mínimo apoyo a Grande-Marlaska, en la diana de la oposición por la destitución del jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid y la renovación de la cúpula del cuerpo a raíz de la investigación judicial sobre las marchas feministas del 8-M. No tenía nada que decir, dijo la ministra de Defensa en Onda Cero, sobre «las decisiones que tome o haya tomado el ministro del Interior porque no me corresponde a mí, son de otro compañero». Alegó su desconocimiento del asunto para no pronunciarse sobre lo que «no conoce».

LAVARSE LAS MANOS

Un lavatorio de manos significativo porque la Guardia Civil, un cuerpo con régimen militar, depende en el capítulo jerárquico de Defensa, aunque en términos operativos está adscrita a Interior. En esa doble condición está el origen de la mutua frialdad que se dispensan. Marlaska rompió una costumbre y designó en enero pasado a María Gámez, directora general de la Guardia Civil, sin consultar con Robles, que no ocultó su enfado por el nombramiento. Exteriorizó el malestar con su ausencia en el acto de toma de posesión pese a ser la superiora jerárquica de Gámez.

El silencio de ahora contrasta con la denodada defensa del ministro del Interior que han hecho en las últimas horas el presidente del Gobierno, la ministra portavoz y otros miembros del gabinete. El último, el titular de Consumo y líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, dijo estar «totalmente de acuerdo» con las decisiones de Grande-Marlaska y criticó que la oposición haya organizado una operación «de acoso y derribo» para «embarrar» el debate político.

DEMASIADAS VERSIONES

En público ningún integrante del Gobierno ni dirigente del PSOE han criticado al ministro del Interior, pero en privado algunos diputados socialistas lamentan la «inoportunidad» del momento escogido para destituir a Pérez de los Cobos, y el «error» de ofrecer varias versiones de las razones de la decisión porque provoca que ninguna sea creíble.

El coronel de la Guardia Civil, destituido ahora de tosos dus cargos, aunque en su día fue un fichaje de Alfredo Pérez Rubalcaba para Interior, no goza de buen cartel entre los socialistas, que recelan de la proximidad que le atribuyen con el Partido Popular

Los populares, entretanto, no aflojan en su ofensiva contra Grande-Marlaska y han elevado el tiro de sus acusaciones al presidente del Gobierno. Su vicesecretario de Política Territorial del Partido Popular, Antonio González Terol, denunció en una entrevista en Canal Sur que el «caso Marlaska» es, en realidad, «el caso Sánchez». Para este dirigente del PP, «la X del ‘caso Marlaska’ probablemente sea el señor Sánchez», un remedo de la acusación a Felipe González con los GAL.

El principal partido de la oposición, además, ha decidido presentar mociones en los ayuntamientos y diputaciones de toda España para pedir la dimisión del ministro del Interior por sus «decisiones políticas» dentro de la Guardia Civil que califican «con fines ideológicos y partidistas».

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