Diario de León

Londres quiere reabrir el ‘brexit’

Frost alega ahora que se vieron forzados a firmar un protocolo «arriesgado» porque Boris Johnson le habría ordenado que lo aceptase Planea una guerra comercial a cuenta de Irlanda

Boris Jhonson en la convención de su partido, en Londres. NEIL HALL

Boris Jhonson en la convención de su partido, en Londres. NEIL HALL

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El secretario de Estado del Gobierno británico para las relaciones con la Unión Europea, David Frost, pidió ayer que los países de la Unión Europea analicen con detalle su propuesta para formalizar un nuevo Protocolo sobre Irlanda del Norte que sustituya al vigente acordado a finales de 2019. De esta forma, según él, «podremos superar las dificultades del pasado año y avanzar hacia un equilibro nuevo y mejor».

Frost eligió Lisboa para un discurso en el que no desveló más detalles que los contenidos en su documento de julio sobre la ley que ha elaborado, como borrador de un nuevo Protocolo. Lo pronunció precisamente en la víspera de la publicación por la Comisión Europea de sus propuestas para reformar el funcionamiento del acuerdo vigente, pero no sustituirlo.

El negociador británico prometió que estudiará las ideas de Bruselas «con seriedad, con atención plena y con talante positivo», porque la opción preferida de Londres «es el consenso». Enfoca así ahora la política inmediata de su Gobierno hacia una negociación pese a las declaraciones de meses anteriores del propio primer ministro, Boris Johnson. Con ella espera que el unionismo radical norirlandés no provoque el colapso del Gobierno autonómico este mismo mes, como había prometido.

En todo caso, las áreas de negociación son complejas. Quizás la más sencilla sea la disminución drástica de controles aduaneros entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte de los bienes no sometidos a requisitos fitosanitarios. Son necesarios para preservar la integridad del mercado único europeo, al que la provincia irlandesa sigue perteneciendo al mismo tiempo que permanece en el británico.

El nuevo Protocolo elaborado en Londres los sustituye por un sistema de ‘labels’ (etiquetas) según sea su destino, además del registro de comerciantes asiduos y reconocidos y también la vigilancia de mercados.

Quienes conocen las propuestas de Bruselas afirman que sugiere un sistema de canales rojo o verde para distinguir las mercancías que parten de Gran Bretaña con destino a Irlanda del sur de las que se quedan en la provincia.

Unionismo Pero cambiar la coordinación del control de subsidios plantea más problemas y el obstáculo que parece del todo insalvable es la inflexibilidad de la UE sobre la jurisdicción exclusiva de su Tribunal de Justicia sobre el funcionamiento del citado protocolo. El Gobierno británico quiere eliminarla para establecer un sistema internacional de arbitraje, como el que gobierna el Tratado de Cooperación y Comercio. Frost reconoció que la crispación de las relaciones entre Reino Unido y la Unión Europea tras el todavía controvertido ‘brexit’ se basa en la falta de confianza, pero según él es responsabilidad de las dos partes.

«No siempre parece que la UE quiera que tengamos éxito», dijo. En este sentido le reprochó que no tenga en cuenta los delicados equilibrios de la política noirlandesa, una región británica que ha seguido dentro de la UE para no establecer una nueva frontera hacia el sur con la República de Irlanda.

Un tribunal de Belfast sentenció el lunes, sin embargo, que el Partido Democrático Unionista(DUP) quiebra la ley que reflejó el Acuerdo de Viernes Santo de 1998, boicoteando las reuniones entre los Gobiernos de Irlanda del Norte e Irlanda del sur porque Dublín apoya el Protocolo suscrito con la UE. Por su parte, los partidos probritánicos en la región han firmado una declaración que lo rechaza y exigen a Frost su abolición.

El negociador comunitario, Michel Barnier, ya identificó en su día muy pronto la frontera en Irlanda como un asunto central del ‘brexit’.

Lo incluyó, junto al dinero y los residentes, en el Acuerdo de Retirada, que debía firmarse antes del tratado comercial. Frost alega ahora que se vieron forzados a firmar un Protocolo «arriesgado», aunque Boris Johnson le habría ordenado que lo aceptase.

En este contexto, varios comentaristas escépticos sobre la posibilidad de un acuerdo en las próximas semanas creen que remontar ahora el río para modificar el orden de aquella negociación puede desembocar en una quiebra también del tratado que permite el comercio sin aranceles ni cuotas.

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