Diario de León

Sus encuentros y desencuentros

Bono, Zapatero, León y 20.000 documentos que salen a la luz por primera vez

Los papeles desclasificados por José Bono desvelan la trama del 11-M y las autopsias del Yak-42 en el que murió un leonés

Documentos sobre Zapatero

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La historia de España podría haber sido distinta. Pero «en una negociación la noche antes de la votación, un importante sector del partido, el conocido como ‘guerrista’, supuestamente agrupado en torno a Matilde Fernández, desvió gran cantidad de sus votos hacia Rodríguez Zapatero». «Los militantes habían hablado y no había que dar más batallas. Por eso, al día siguiente pedí que todos los que me habían apoyado respaldaran a Zapatero. Y así sucedió. Perdí una votación y gané un amigo», relata José Bono dentro del legado que acaba de depositar en la fundación Pablo Iglesias. La herencia, que puede consultarse en la web socialista, la forman 19.527 documentos, fotos, cartas, entrevistas — cuatro de ellas con Diario de León —, del total de 117.000 archivos que guarda el político en su ordenador. En esas páginas se desvelan sus encuentros y desencuentros con el expresidente leonés por el Estatuto de Cataluña, las comunicaciones del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) sobre el 11-M, la creación de la Unidad Militar de Emergencias (UME) contra el criterio de algunos generales del Ejército de Tierra , el informe de identificación de los cadáveres del accidente del Yak-42, entre los que estaba el joven de Trobajo del Camino  Javier Gómez de la Mano y hasta los albores del Partido Socialista Popular (PSP) de Tierno Galván en León...

El legado, dividido en ocho apartados, se relaciona con León sobre todo por Zapatero. Entre los documentos, Bono ofrece una carta enviada al entonces presidente del Gobierno, el 1 de septiembre de 2005, en la que le advierte de que «si los nacionalistas y separatistas nos quisieran forzar a ceder soberanía y a disminuir’ la solidaridad, quizá fuera bueno oponerse con claridad, y antes de aceptar sus tesis, convocar elecciones, con la seguridad de que los españoles premiarían tu gesto de firmeza por lo que tendría de solidario y de constitucional». «No estuve cómodo en el gobierno cuando se aceptó un Estatuto de Cataluña que, a mi juicio, iba a ser utilizado como caballo de Troya para enfrentar a los catalanes y desunir a los españoles», advierte en otra parte, pese a que insiste en que de aquella época «perdura una amistad cercana y honesta» con el leonés.

Bono ofrece documentos que, sin tener la consideración de clasificados, desvelan secretos de los días siguientes al 11-M, como la nota del director del CNI, Félix Roldán, sobre la información que le pasó su predecesor, Jorge Dezcallar, quien le había confesado que le «pidieron desde Moncloa que dijera que ETA era la autora del atentado» y lo hizo «pero con la cautela de añadir ‘con toda probabilidad’». «Fue un error pero ellos lo alargaron hasta el día de las elecciones, cuando ya tenían en su poder la furgoneta, la cinta del Corán y habían detenido a tres árabes. Al CNI no nos lo dijeron a su tiempo, toda la información nos llegaba con retraso», se lee.

Hay otras documentos lanzados por Bono, pese a que su protagonismo se deja en tercera persona, como la carta enviada por Zapatero a Tony Blair, el 16 de abril de 2004, para informarle de que España retirará las tropas de Irak. En otros, sale a primer plano, como en las notas del encuentro con el secretario de Defensa de EE UU, Donald Rumsfeld, para templar relaciones con la administración Bush, o en la enviada a Zapatero, el 24 de febrero de 2005, para recomendarle que, en el tema de Gibraltar, «hay que dificultarles a los británicos el ejercicio de la soberanía que no se les reconoce» y que su opinión «es totalmente contraria a lo pactado».

Dentro del ejercicio de exhibición, que guarda partes para retratar los errores de los adversarios, el socialista muestra más de medio centenar de documentos del Yak-42, entre los cuales aparecen los avisos de los militares por el mal estado de los aviones. En ese capítulo aparece el leonés Javier Gómez de la Mano dentro de los resultados de las pruebas de ADN que confirmaron que el suyo no fue uno de los 30 cuerpos que se entregaron por error confundidos a las familias. La historia la cuenta Bono. La historia, según Bono.

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