El Gumersindo rompe la brecha digital

Se abren las tabletas y la clase de cuarto de Primaria del Gumersindo de Azcárate se sumerge en un silencio productivo casi impensable en un aula. Los pequeños trabajan, se preguntan entre sí, se aconsejan y vuelven a sumergirse en sus lecciones. Su maestra está pendiente, les vigila atenta, pero su concentración es absoluta, tanto como el manejo de los programas. «Éramos conscientes de que nuestro centro, por sus características y las de sus alumnos, debía dotarse de los medios tecnológicos necesarios para no perder el tren de las nuevas formas de aprender y enseñar», precisan la directora, Pilar Bahamode, y el responsable de las TIC en el colegio, Marcelino Grandmontagne, para explicar que participan en programas educativos de dos grandes potencias tecnológicas, Samsung y Google.

El proyecto Smart Samsung School ha dotado al centro de 22 tabletas y un televisor, con la condición de que «hubiese una transformación de espacios educativos», para que fuesen zonas más acogedoras y mejor estructuradas, «que ha repercutido no sólo en las clases, también lo hemos llevado al laboratorio, a la biblioteca o el comedor», como explican Bahamode y Grandmontagne. A mayores, sus alumnos están aprendiendo a programar en Scratch con el Club Gen10S —que impulsan Google y Ayuda en Acción— «y que les permite acercarse a la informática más allá del nivel de usuarios». En los últimos años, el centro ha pasado de un aula de informática con una docena de ordenadores a 20, además de los que hay en todas las clases y proyectores HDMI, de 100 megas a fibra de 300 y una red de wifi que cubre todo el colegio, a lo que se suma una Active Table,una gran tableta, con forma de mesa, en la que pueden interactuar cuatro alumnos.

Uno de los cambios que ha tenido que desarrollar el colegio es la organización de las aulas, que se han distribuido en grupos. El control de los alumnos sobre el dispositivo es absoluto. Mientras Fernad, Jericó, Patricia, José y Nazaret trabajan las matemáticas y la lectura en una formación de mesas, en la siguiente Walid, Daniel, Encarna y Nirmine desarrollan su creatividad montando vídeos. Las puertas del aula están abiertas y si consideran que no tienen suficientes recursos son responsables para pedir permiso, salir, tomar una imagen y regresar a su sitio para seguir con su vídeo, al que también incorporan música, potenciando al máximo su creatividad. Mostafa, Alejandro, Bruce y Samuel tienen su concentración al máximo mientras van elaborando un complejo pero efectivo esquema sobre La prehistoria en la península Ibérica, digno de cualquier universitario. Trabajando en el Club de Lectura están Iyán, Manuel, Salah, Lewnys y Toñi, ellos están inmersos en El lápiz fantástico mientras ella se sumerge en La mariposa transparente.

Pero la transformación del colegio va más allá de los espacios y los recursos TICS. «Ahora los alumnos han ganado en autoestima, son más independientes, se creen el ‘yo soy capaz’ que intentamos transmitirles y cada uno puede aprender a su ritmo», y todo ello gracias a las tabletas y a la implicación del cuerpo de docentes, que con estos pasos han querido romper la brecha digital y subir a sus alumnos a la nueva forma de aprender. La directora y el responsable de las TIC señalan que todo ello también ha aumentado la implicación de las familias, a las que los niños esperan mostrar sus tabletas algún fin de semana en sus propias casas. «Las tabletas nos ayudan a memorizar» «aprendemos jugamos», «es divertido», aseguran los alumnos, y sobre todo, aprenden de una forma más fácil y más seguros de sí mismos.