Diario de León

CANTO RODADO

la carta

una carta que sale de león con destino a león hace noche en valladolid antes de llegar a su destino, aunque sea la casa aledaña a la oficina de correos

León

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Soy una privilegiada. Sí, una privilegiada que de vez en cuando recibe una carta postal. ¿Os acordáis de esa profesión llamada cartero e incluso cartera? Pues, sí. De ciento en viento, alguna carta se posa sobre mi mesa de trabajo o entra en el buzón de casa como una paloma mensajera. Y os puedo asegurar que no son del banco. Esos ya no gastan en sellos.

Hace unos días, sin ir más lejos, recibí una carta con matasellos (otra reliquia) de Valladolid. El remitente no dio la cara en el sobre. Pero en el interior vi que la carta estaba fechada en León. Y pensé: caray, qué raros son algunos lectores. Van a Valladolid a dejar el correo para no dejar pistas. Pero, qué va. A veces la fantasía me nubla el camino. Al día siguiente, en mi oficina de Correos más cercana, me confirman que hasta la última carta que cae en los buzones de León pasa por Valladolid.

Hacen el viaje de noche, como si fueran aves nocturnas en lugar de palomas y el servicio es muy rápido, me aclaran en la oficina. Sí, sí, no lo dudo. Pero a mí me parece desquiciante e incluso indecente. Hacer trabajar al transporte de esa manera mientras se eliminan puestos de trabajo en las oficinas de Correos de la provincia pues, qué quieren que diga, es insultante.

«Así son las cosas y se las hemos contado», que diría aquel ínclito jefe de informativos de TVE aupado por Aznar. A lo que iba. No me extraña nada que la gente se revuelva en León aunque sólo sea un día al año, recitando los Decreta en nombre de la intelectualidad patria o celebrando a los héroes de la Guerra de la Independencia.

Sí, a veces recibo cartas postales. De pintores, músicas, presos, lectoras y lectores. Es un lujo detenerse en sus caligrafías porque es gente que ama la palabra y sus sinuosos trazos, gente de convicciones. Pereo el matasellos de Valladolid, he de confesarlo, fue un mazazo. El recuerdo de cuánto despilfarro y humillación hay en este Estado de las autonomías y, en particular en la de Castilla y León, que teniendo en León la Cuna del Parlamentarismo, las Cortes más antiguas de la historia, aunque nada tengan que ver con nuestra idea de democracia, han dejado a la provincia sin una sede que le corresponde por historia y por sentido común y sin un centro del noroeste, no nos cansaremos de repetirlo, que es su posición natural.

Y todo fraguado por los delfines de Franco. Vamos que no me extraña que la nueva generación de dirigentes sindicales leoneses reten a un referéndum para decidir la permanencia de León en la Comunida. No sé si es postureo o convicción; es la única tabla a la que pueden agarrarse los dos nuevos secretarios provinciales de UGT y Comisiones Obreras, Enrique Reguero y Xosepe Vega, el uno de Torre de Babia y el otro de Genicera, pues sus jefes de Valladolid, incluidos los leoneses que dirigieron las estructuras autonómicas, no reparan en los daños que el centralismo de la Junta causa en las periferias.

Ya es hora de que brote en León la rebeldía comunera. Porque nos seguimos engañando con pendones de batallas nunca perdidas mientras nos hundimos en la miseria. No onformamos con ser figurantes de una película que aposentará la leyenda del santo grial en la memoria colectiva a costa del erario público. ¿O va a ser gratis?

Mientras nos tiramos cantazos desde la plaza del Grano, no olvidemos que hay 5 millones de euros para un museo de la Semana Santa. Y cualquier día nos sorprenderán con que los papones cotizan a la Seguridad Social por pujar santos.

No hay más tiempo ni espacio. Otro día hablaré del último lector que me escribió para reprenderme por escribir que lo del 18 de julio de 1936 fue un golpe de Estado contra la legalidad vigente. Repito: un golpe militar contra el gobierno legal, Alejandro. Ni un pucherazo, si fuera cierto, lo justifica.

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