Diario de León
Publicado por
Isidoro Álvarez Sacristán | De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación
León

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Llevamos hablando de la leonesidad por lo menos desde el año 1988, en estas páginas, (son anterioridad en  La Hora Leonesa ), en contraposición del leonesismo que tiene unas connotaciones políticas. Es más, al explicar la diferencia entre leonesismo y leonesidad, (ya en abril de 2008) decía que la leonesidsd «es una cualidad, manera de pensar, de proponer, de existir, de convivir, de superar, en fin, de interiorizar lo leonés». Ahora se vuelve al manido tema de la plurinacionalidad, no otra cosa es la propuesta de crear una Mesa por León al objeto de estudiar y «las inquietudes de la ciudadanía». A ello se unen un grupo de intelectuales y los sindicatos Comisiones Obreras y UGT.

Sobre los intelectuales, ya se pronunció Afrodisio Ferrero, en estas páginas al pedir que «hablen los intelectuales» y «así pueden enjuiciar situaciones, desmontar falacias y mediar en temas polémicos». Si la tarea del político es solucionar los problemas de los ciudadanos, la del intelectual es detectarlos y ser cauce de transmisión entre el pueblo y el político. (Dicho sea de paso, ya en 1983 se publicó un Manifiesto de intelectuales a favor de la unidad de Castilla y León: «ante las actitudes de algunos municipios leoneses»). Pero hemos de hacer dos observaciones: la primera es la misión de un alcalde de capital metido en funciones que no son de la competencia que le marca la Ley de Régimen Local y si, en todo caso, la Constitución se la ofrece —en el caso de la autonomías— a las diputaciones provinciales; y la segunda, qué misión tienen los sindicatos en esa Mesa por León, y si tienen algo que ver con lo que les marca la Constitución española, es decir, »los intereses económicos y sociales que les son propios».

El problema viene de lejos. Tan de lejos que se inicia en el mismo momento en que se constituye la Comunidad. Explica muy bien Cuevas Aller ( Mil cien años contra León y aun siguen , 41) al comentar que «el partido socialista leonés había decidido la inclusión de León en Castilla». Tal es así, que en la Ley del Estatuto de Castilla y León de 1983, se publica en su Preámbulo que «al ejercer ( …) por abrumadora mayoría de sus instituciones…». De tal forma que la unión se hace con el consenso de toda la representación de las diputaciones y que al pueblo se le llama castellano —guión— leonés. Bueno, en la reforma de 2007 ya se dice que son castellanos y leoneses.

Así, tanto el territorio como los ciudadanos se diferencias son la conjunción copulativa. Es una cuestión de dos «identidades históricas y culturales», como se dice en el Preámbulo de 1983 o «territorios históricos de las antiguas Coronas», como empieza en Preámbulo de la Ley de 2007.

A pesar de ser dos entidades históricas, parece que, ya desde el principio, se ocuparon los políticos —incluida la izquierda— de otorgar privilegios y ubicar organismos en Castilla. Así las Cortes se fundaron en Fuensaldaña —más tarde en Valladolid— ; el legislativo en Valladolid, el judicial o Tribunal Superior de Justicia en Burgos y, para más inri, se constituyó como día de la Comunidad el de Comuneros de Castilla. Por ello, pudimos decir en una ocasión que hubo un olvido de León ( Leonesidad y Derecho , 18).Despreciando las primeras Cortes de León a las que se han llamado Cuna del Parlamentarismo (cuna vacía, dijimos en otra ocasión), o al Locus Apellationis, de la Catedral de León como lugar de Justicia.

Ante estas vejaciones y olvidos, ahora se pretende una autonomía leonesa, para avivar la falacia socialista de que España es plurinacional

Ante estas vejaciones y olvidos, ahora se pretende una autonomía leonesa, para avivar la falacia socialista de que España es plurinacional. En caso de León, nos referiríamos a un reino, no una nacionalidad. Se empieza por querer separarse y se termina siendo nacionalista. Se comienza por imponer el llionés y se termina por odiar al idioma de al lado. Nosotros abogamos por una participación leonesa en la Comunidad con el rango histórico y territorial que le corresponde; pues la misma Constitución se refiere en su artículo 143, a la composición de «provincias (…) limítrofes comunes». Esto es, «Una Comunidad» de rango unitario. Esta es la aspiración que debe de tener León en este conjunto.

Por ahora no se sabe el fin de la mesa que se pretende constituir. Por de pronto, está promovida por el socialismo al que se adhieren los comunistas de Podemos. En esta amalgama de ideologías se pretende separar a León del resto de las entidades, esto es, nos llevaría a lo que el socialismo llama la «plurinacionalidad»·. Término que, en efecto, es sinónimo de separación en regiones poco diferenciadas, cuestión que no está en la Constitución ni en el pensamiento de lo leonés. Es más, existe el peligro de mezclar las ideologías con la leonesidad. Y como ya advirtió Ortega y Gasset: «Toda esta turbia ideología no ha hecho sino entorpecer el desarrollo del hecho nacional y aprovechamiento para una nueva forma de vida pública en España». Cierto es, que no estamos a gusto con la Castilla que nos olvida y relega. Pero lo sensato es reivindicar un puesto de igualdad para que la autonomía sea eficaz, duradera y consistente. Pero cuando se presenta el leonesismo avalado por una ideología puede resultar cambiante según los vientos de aquella. Por eso, solo a través de la leonesidad se puede permanecer unido en una entidad superior transnacional.

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