Diario de León

Los secretos espurios del lenguaje

Publicado por
Carlos Antón Roger, escritor
León

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Quisiera pensar y extrapolarlo a mis propias dudas, que el éxito es una cuestión de suerte. No obstante en lo dilatado de nuestra vida, se nos ha legado la desconfianza en cuanto a tal disposición, recelo como un pensamiento positivizado y cada día menos tenido en cuenta y por tanto nos hemos formulado todos tal pregunta dejada en la actualidad o tal vez, ese prurito excesivo que nos ha llevado en tantas circunstancias al «lotero» por dejación del interés del pensamiento personal o por que la mencionada. Ya no nos es interesante, nos negamos a la misma o asumimos nuestro destino imposible, como esa migaja difícil de modificar. Y es en ello donde mi suspicacia será esa pregunta manida hacia cualquier fracasado (y haberlos haylos... ), pero...?, ¿son tantos los que se han abandonado en brazos del mismo?

En homogénea forma que la propia palabra corporal, es decir, el lenguaje no verbal, fluye más que nunca y sin duda en estos tiempos, pero con arraigo impuesto a corto plazo y que la manida «gramática» adquiere en la coyuntura, garantías que supeditan al éxito en el descifrar toda una hipótesis global y humana, la pasada habilidad verbal ya no es garantía de elocuencia definitoria y sin la menor duda que una gran mayoría ya estamos vacunados por antagonismo contra la libertad plural y por ello hacemos dejación de la misma al permutarla por seguridad personal y consentida.

La manida evolución humana nos está remolcando a la aceptación de la esclavitud pasada, extinta, pero más vigente que nunca, en el propio contexto plural de «rebaño» y reafirmada en el presente, sin la menor duda; se nombra y curiosamente así es en mayoría, volviéndonos actores en cuanto al comportamiento y conducta involucrada en el desinterés y abandono del ya mencionado lenguaje verbal, tan solo considerando la actuación personal en la querencia de solapar el tanto y el total que se nos está viniendo encima. El comunicar con un mínimo o regular éxito, sin que para ello intervenga la suerte, mediante una mayor razón consensuada por todos de dicho lenguaje, así como la propia conducta social en una actuación impostada por ausencia, pero evidente por presencia en la finalidad de persuadir, desinformar, dominar, entretener o divertir al resto, por la senda de la fluidez verbal maniquea.

La propia imagen, así como la gestión de la misma, será la esencia manipuladora de la dualidad idea-forma. La propia palabra hablada vacua y reiterada, dada la preponderancia que está adquiriendo en la manipulación de nuestro propia status personal y sobre la que intentamos defensas para que el tsunami global nos pille protegidos, bien de poco nos está sirviendo, en tanto en cuanto que el manejo y opinión falsaria está tomando el camino pretendido por opinión consensuada de unos pocos, frente al escaso pensamiento actual.

Nos guste o no, somos todos adictos por ausencia, pero no intentamos o intentaremos defensas siempre, contra esa utilización sutil, pero efectista hacia amplios casos de la mayoría social embozada y exenta de opinión personal concluyente y cierta, cuál aprendizaje en sentido atávico por principios personales que se nos están inculcando día a día, sin posibilidad de discernimiento o desecho, tan solo y por pura imitación controvertida y ausente de motivación.

Como ejemplo y sin la supeditación hacia bases transitorias o tal vez más causales y sociales, derivamos nuestra búsqueda hacia el impresionarnos mutuamente y la razón aducida es tal, que a menudo y en cuanto a la dificultad de rememorar el nombre de quien quiera que sea a priori de oírlo por vez primera y en un círculo reducido y regalado en ese lenguaje verbal trivial, que nuestra mente, nuestro yo explosivo, está y estará instalado en causar una impresión verbal óptima y tan satisfactoria en esos primeros instantes del encuentro, que la propia atención, mente al fin insuficiente, nos bloquea los canales conductuales y racionales, en el qué ¡y lo qué! se dice, y hemos aprendido o tal vez asimilado, creo, lo que puede ser y es, políticamente correcto, pues evidentemente como ejecutor de nuestras mentes y habremos llegado a la consecución de creernos afines a ese espurio lenguaje inclusivo, vacío pero espectacular.

Ni nuestras relaciones personales, ni la propia sociedad como un todo, podrían sobrevivir a más de una pocas horas de contar la verdad, pero la misma se nos antoja sediciosa y revolucionaria, ¡O estás con la opinión universalizada, o en esta medida será preciso el acotamiento de opiniones, reputaciones o criterios!, con un elemento de insinceridad latente y cierto en cualquiera que sea la opinión propugnada, tanto si implica la palabra hablada, así como el propio lenguaje no verbal ya matizado hace tiempo por el gran psicoanalista S. Freud, en el acotar que cuando la gente miente sin esfuerzos con palabras ( algo rutinario que oímos con asiduidad), traiciona sus sentimientos más íntimos y yo que escribo el presente Atc, añado, que siendo esa su intención, el lenguaje no verbal empleado, le ayudará, le estará ayudando a hacerlo con total eficacia. Pero...?, no pasa nada, o ¿no es la práctica habitual de nuestros días? Cada día que pasa, más convencido me siento, que dentro del desconocimiento de nuestro destino, el mismo se ríe a cada instante de las posibilidades humanas.

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