Diario de León

A son de campana «tañida» o «arrepicada»

Publicado por
Héctor-Luis Suárez Pérez
León

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Hace unos días, tuvo lugar en la capital leonesa un primer congreso sobre relojes de torre, campanas y arte sonoro en el noroeste ibérico. Un evento que, a priori por lo curioso de sus objetos de estudio, a muchos puede y pudo llamar la atención. Lo cierto es que su trascendencia ha sido notoria y, esperemos sea mayor, en aras de aumentar el nivel de relevancia social de su materia de investigación. De momento, ha servido para poner en valor el protagonismo de un patrimonio poco tratado: el referido al ámbito de los relojes de torre y de fachada. Máxime, tal vez, planteándose paradójicamente a la par de las campanas. Idiófono y sus toques cuya alusión, en tantas ocasiones, conlleva posibles y atractivas expectativas nominales desde el costumbrismo —a ambos me referiré también en otra colaboración similar—. Y es que, los relojes, de modo inevitable, funcional y acústico, también se asocian a dichos idiófonos.

En esta vieja ciudad —otrora urbe regia e imperial, relevante del medievo hispano— y en diversos lugares de su provincia, se conservan noticia y varios ejemplares de relojes. Algunos de enorme valor patrimonial material y más que singulares. Todo un tesoro en bruto, cosechado a lo largo de la historia, que integra y complementa el importantísimo corpus general de campanas provincial capitaneado por la «Laurentina» de San Isidoro. Para los despistados, la campana medieval fechada más antigua y grande que España conserva —rajada, eso sí—. Un monumento organológico que, esperemos, en su nueva ubicación y como hasta ahora, pueda continuar mostrándose mejor «colgada» en lugar de «posada» —disposición que, desde perspectivas de la museología etnomusicológica, pudiera no ser idónea—, como indicó el ponente Francesc Llóp y comparto.

El congreso, en una provincia relevante para el mundo de las campanas, resultó imprevista y exitosamente nutrido en asistencia: alumnos de la universidad y otros centros, paisanos y aficionados, campaneros, etnógrafos, antropólogos y estudiosos de la etnomusicología y organología musical. Asimismo, manifiesta y numerosa fue la presencia de profesionales de toda España y aficionados al estudio y la restauración relojera —relojería «gruesa» o «de torre»—. Concepto éste y entresijos que nos ha acercado el congreso como, en lo cercano, nos ha aproximado a los exponentes provinciales aludidos. Algunos, factura y legado de internacionalmente reconocidísimos relojeros e hijos de esta provincia, como Losada o Canseco.

Pero, glosemos algo lo tratado en el mismo. En primer lugar, la mención a la maquinaria «fórmula uno» del insigne relojero dieciochesco Ramón Durán, BIC que la «Pulchra Leonina», de modo incomprensible, atesora estropeada en su torre. Conserva en más lugares también documentación e interesantes restos de otros antecesores en funcionalidad horaria, cuyo periplo arranca en tiempos bajomedievales y renacentistas y llega a hoy. Así, sobre la puerta de «la gomia» —claustro—, se hallan los autómatas del reloj cuyas agujas mostraban los astros que recoge el cantar «v(á)mos a León, niña, ¡vam(ó)s a León! /qu(eén) la C(á)tedral tienes la luna y el sol». Al igual, desde hace unos años, un curioso «rolex» electrónico —de no menos sorpresas técnicas y anecdóticas— suple desde la torre las funciones del alardeado y aletargado reloj BIC. Máquina para cuya reparación se han ofrecido varios especialistas asistentes. Veremos en que puede acabar todo, desde lo institucional.

En la revisión no todo se detuvo ahí. A través de los medios de comunicación hemos sabido en León de varias reparaciones afortunadas en este ámbito relojero. Y puede que, como hecho aislado, pudieran haber llamado nuestra atención. Pero, en su trascendencia social real y relativa al conjunto patrimonial material e inmaterial urbano, tal vez hasta ahora no habrían logrado «calar» en su necesario grado de consideración. Ha sido el caso de las buenas restauraciones de relojes —factura de Canseco— de la antigua cárcel —hoy Archivo Histórico Provincial, Barrio de Santa Marina— y del edificio de «Botines», de carillón anexo. Instrumento que, también gracias a Fundos, ha recuperado su «leonés» y musical repertorio patrimonial puntual de toques en el ciclo del año. Todo un referente perdido del paisaje sonoro urbano capitalino. El homólogo del ayuntamiento en Ordoño aguarda turno.

Este evento científico trascendió a los medios, el paisanaje y la capital a sonoro «golpe de badajo». Desde la «acera de Botines» y gracias a campaneros de Zamora, Palencia, Villavante o Villabalter, más algunos espontáneos añadidos —yo mismo— en la participativa y sonora euforia final. El sábado tocó visita al Museo de los Pueblos Leoneses y, su dirección, tuvo la gentileza de obsequiar una publicación e investigación años atrás realizada por un servidor sobre matracas y carracas, detalle que desde aquí agradezco. Se visitaron también los relojes de torre de la Catedral de Astorga y el Ayuntamiento de Santa Marina del Rey y sus secretos. Dos desconocidas y relevantes joyas a nivel nacional del género —confirmado por los asistentes—, hoy ya en disposición para recibir visita. En Astorga, se sumó la magnífica colección de relojes musealizada del prestigioso relojero local José M.ª Ramos. Eso sí, no hubo tiempo para el reloj del Ayuntamiento y sus maragatos. Una pena.

Este positivo primer congreso, centrado en el tema relojero —ámbito muy necesario en opinión general y personal—, completó sus ponencias con interesantísimas muestras de la práctica profesional. Todas cosecharon felicitaciones para protagonistas, organizadores del exitoso evento científico e instituciones vinculadas —claramente merecidas—. El planteamiento general acercó a los leoneses y asistentes a un rico patrimonio con perspectiva global de provincia, poco explorado y no explotado en difusión. A él corresponden relojes como los del viejo consistorio de la plaza Mayor, varias «joyitas» provinciales factura de «losadas» y «cansecos» —Vegas del Condado y varios de Maragatería y otras comarcas—, o el resto de conservados. En suma, unos contenidos y conjunto patrimonial que han entusiasmado a asistentes y seguidores.

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