«Echo muchísimo de menos a José Velicia»

El espíritu de José Velicia sobrevoló ayer el hemiciclo de las Cortes de Castilla y León durante la entrega de la Medalla de Oro de la institución a la Fundación Las Edades del Hombre, de la que el cura de la sonrisa franca fue máximo inspirador e impulsor.

Quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo, sin duda dedicaron su personal y entrañable recuerdo a este hombre sencillo y risueño que formó el triunvirato de los ‘José’ que dieron vida a las primeras Edades del Hombre. Junto con Velicia, el arzobispo emérito de Valladolid, José Delicado Baeza, y el escritor José Jiménez Lozano. El entusiasmo de Pepe Velicia prendió enseguida en su amigo de Alzacarén y en el arzobispo, a los que se sumaron otras tres piezas fundamentales: el entonces presidente de Caja Duero, Sebastián Battaner, que aseguró la financiación del proyecto, el arquitecto Pablo Puente, que se ocupó de transformar las catedrales en sedes de la muestra, y Eloísa García de Wattenberg, responsable de la selección y el montaje de las piezas.

De todos ellos, solo esta última estuvo ayer presente en el Parlamento autonómico. Acompañada por su hija Eloísa Wattenberg, ex directora general de Patrimonio de la Junta, la única mujer del equipo primigenio de Las Edades fue también la única que atendió la invitación formulada por el actual equipo rector de la Fundación a los ‘padres’ del principal proyecto expositivo que ha conocido Castilla y León.

Con la elegancia que siempre la caracterizó, ayudada de una muleta y con gafas oscuras por los problema de visión que arrastra, esta mujer de 91 años que lo ha sido todo en la museografía de Valladolid reconocía ayer que todavía echaba «muchísimo de menos» a Pepe Velicia, y más cuando se habla de Las Edades.

La propuesta del cura nacido en Traspinedo para que participara en Las Edades primero la sorprendió y, después, le pareció «muy interesante», más aún «viniendo» de Velicia a quien ya conocía. Era 1988, cuando Eloísa García de Wattemberg ya acumulaba un nutrido currículo como responsable de distintos museos de Valladolid y llevaba 20 años al frente del Nacional de Escultura.

Como ella misma explicaba a este periódico, su trabajo consistió en el estudio de las piezas y en determinar la la ubicación que había que dar a cada una de ellas en las exposiciones. Participó en el proyecto hasta la muestra de Palencia, en 1999, aunque ayer recordaba que al principio solo eran Valladolid, Burgos, León y Salamanca. «Pero luego ya se fueron complicando, porque a todos les pareció muy interesante lo que se hacía; hasta ahora, que seguimos».

Aunque reconocía que Castilla y León tiene una sobrada riqueza patrimonial para continuar Las Edades, y ha acudido a todas las muestras que ha podido, estima que «se podría haber parado en las cuatro etapas» y seguir con la segunda parte del plan originario, «el estudio a conciencia de toda la riqueza pictórica, bibliográfica y escultórica» de Castilla y León.

«Parece que ahora retoman esa idea y esperemos que puedan llevarla a cabo», comentaba García de Wattenberg, unos minutos antes de posar para la ‘foto de familia’ con los alcaldes de las últimas ediciones y el equipo de la fundación, que acudió al acto huérfano de los once obispos de Castilla y León, que se encuentran durante estos días en el Vaticano en la visita ad limina en la que informan al Papa de la marcha de sus respectivas diócesis