Días de estrenos y despedidas

Son muchas las cosas que durante las dos últimas semanas han pasado, y siguen pasando, en el seno del Ejecutivo autonómico. Se ha celebrado un debate de investidura en el que el presidente Herrera ha desgranado, uno a uno y con plazos, sus compromisos de gobierno para los próximos cuatro años. Se han despejado todas las dudas sobre los nombres de los consejeros que integran el equipo del presidente, cuestión que ha tenido en vilo a los intrigantes políticos durante más de un mes. Se ha estrenado el nuevo portavoz de la Junta, y también nuevo consejero de Fomento, Antonio Silván, que, por cierto, también es el único leonés que ocupará un sillón en el Ejecutivo autonómico. Y, por último, durante estos días se están conociendo las caras de los segundos y terceros mandos de cada Consejería. Otro leonés, Raimundo Torío, se ha hecho con el puesto de mayor relevancia en este segundo escalafón, la viceconsejería de Empleo, entre cuyas competencias está el gran objetivo de esta legislatura: conseguir que Castilla y León avance hacia el pleno empleo. Para los próximos días queda por conocer el resto del organigrama de la Junta, en el que se baraja como posible la figura de un coordinador de consejerías, y cuál será la estructura definitiva de los departamentos de nueva creación, es decir, de Familia y de Cultura y Turismo. En cuanto al Parlamento autonómico, se han estrenado los portavoces parlamentarios del PP y del PSOE, -el de la UPL, Joaquín Otero, ya es «inquilino de renta antigua» en el castillo de Fuensaldaña-, y también el presidente de las propias Cortes, José Manuel Fernández Santiago, quien ayer mismo presidió su primer pleno ordinario. Se han nombrado los cargos que dependen del Parlamento autonómico y algunos grupos parlamentarios, -todos menos el PP-, han repartido las portavocías de las 17 comisiones parlamentarias. La UPL lo ha tenido fácil, ya que al ser dos se han repartido al 50% la participación en los grupos de trabajo de las Cortes, mientras que el grupo parlamentario socialista, que se ha olvidado por completo del leonés Antonio Losa, ha puesto a dos procuradores en cada una de las Comisiones. Por otro lado, ha habido que despedir como consejera a la leonesa Isabel Carrasco, que a partir de ahora ocupará un puesto en la Cámara Alta como senadora autonómica, aunque seguirá siendo procuradora por León en las Cortes de Castilla y León. Siguiendo con las despedidas, la más triste ha sido sin duda la del consejero de Sanidad y Bienestar Social, y también portavoz de la Junta, Carlos Fernández Carriedo, quien no sólo no se esperaba tener que abandonar el Ejecutivo autonómico, -nadie se lo esperaba-, sino que estos días ha dejado ver su lado más humano al poner de manifiesto lo mucho que lo siente. Habrá que esperar a ver si su nombre coincide con el del futuro coordinador general de consejerías, ese puesto que parece haber sido cosido a su medida. Otra gran sorpresa, y otra despedida, ha sido la del viceconsejero de Trabajo, José Alberto Ambrós, cuyo alias perfectamente podía haber sido «el negociador». A pesar de su conocido talante dialogador, su capacidad negociadora y sus reconocidos éxitos en materia de políticas de empleo, Herrera ha decidio prescindir de él en favor del leonés Raimundo Torío. Sus razones tendrá.