Fenómenos

No son tan fenómenos como dicen los cuatro millones largos de espectadores del estreno. La cifra, inesperada y excepcional, habría que tomarla, sin embargo, con cierta prudencia, más de la que aconsejan los propios números porque el examen real es siempre el segundo capítulo. La nueva comedia de Antena 3 ha dado a la cadena una de sus mejores noches del año y solo por eso merece un respeto (claro que solo metieron un minuto de publicidad). Fenómenos es una comedia pura y dura, con personajes histriónicos y gesticulantes en exceso y una generosa dosis de golpes. Esto, los golpes y mamporros, son lo más gracioso que hemos visto hasta el momento.

Arrancaron con una acertada parodia del amarillismo de los medios de comunicación, con ese locutor estrella ávido de gloria al que tenían que haber dejado de malo hasta el final. Tenía Fenómenos el aliciente de ver a ‘La Lore’ (Ana Polvorosa) y al ‘Culebra’ (Luis Fernández) en otros registros y nos hemos quedado con las ganas. La primera todavía no ha salido del personaje que se forjó en Esperanza Sur y resulta igual de choni que de pija; y al segundo no le ha dado tiempo a demostrar nada porque la serie es muy coral y su papel en el estreno ha sido testimonial.

Las sorpresas positivas, el cameo de Chus Lampreave en el papel de abuelita angustiada, porque al nieto lo han enterrado vivo (hijo mío, no te habrás metido en Gran Hermano ¿no?), el regreso de Miguel Rellán, que va a estar enorme en el papel de becario y las contínuas referencias a la actualidad: ‘Tranquilos, con el escándalo hemos cerrado anunciantes para toda la temporada’, dice Kira Miró (como le sigan poniendo esos cinturones que le cortan la respiración se nos asfixia a mitad de temporada).

Fenómenos’ quiere ser una comedia distinta, pero peca de exceso de griterío y de muecas. Vale que han logrado la misma audiencia que La que se avecina (Telecinco), pero no hay color.