Gandía

Opinión | josé maría cillero

De camino hacia su desenlace, la primera temporada de Gandía Shore va despejando algunas incógnitas, prácticamente lo único que se despeja en un programa capaz de generar comas etílicos solo con ver los tráilers. Tras su estreno en octubre, muchos nos preguntábamos qué sería de los papás y las mamás de las criaturas alojadas en el chalé de la capital de la comarca valenciana de la Safor, cómo sobrellevarían tanto sufrimiento. ¿Habrían regalado sus televisores? ¿Optaron por el ingreso en alguna institución de clausura con rígidas normas de recogimiento? ¿Se habrían acogido al programa de protección de testigos, cambio de identidad incluido? Qué poco costaba imaginar el dolor, la culpa, pero también la vergüenza, de esos progenitores en momentos tan difíciles.

Una oleada de solidaridad que nadie nos había pedido y que, por tanto, podríamos habernos ahorrado, como se encargó de mostrarnos la madre de Cristina, ‘Gata’ en conversación telefónica con su hija. «Como si te tienes que cepillar a todos los chicos de la casa. Tú haz lo que te apetezca en cada momento», reconfortaba como solo una madre puede hacerlo a su hija, que se lamentaba de que tener novio le estaba impidiendo disfrutar de su participación en el concurso.

Para saber si Gata ha seguido el consejo de quien la trajo al mundo sobra con las dos entregas que faltan, a tenor de cómo se miden los tiempos en el programa más explícito de la tele, que rivaliza con el National Geographic Channel en mostrar las técnicas más efectivas para la satisfacción de instintos, sin recurrir a la sublimación u otras pedanterías.

Un programa que, en todo caso, cumple las expectativas de sus creadores, que ya han confirmado una segunda temporada, si bien no tendrá escenario en playas y bares -más los segundos que las primeras- de Gandía, sino que podría optar por un modelo de colonización inversa y viajar con la materia prima, el género en bruto, a la República Dominicana, para una vez allí, desarrollar un plan industrial del que haremos mejor si no entramos en detalle.