Gamoneda en clave de Sol

Impaciente. Así se mostraba el escritor leonés Antonio Gamoneda poco antes de que diera comienzo la velada de poesía y música que el Val de San Lorenzo le rindió ayer por la tarde. Un encuentro, donde el poeta fue protagonista, y sirvió para cumplir el compromiso adquirido hace años con el pueblo cuando le homenajeó tras alzarse con el Premio Cervantes. «Las cuestiones profesionales han ido retrasando la visita, que generosamente se ha mantenido», confesó.

Gamoneda, experto en veladas musicales pues son varios los que han puesto acordes a sus letras, reconoció que «este recital tiene en términos sentimentales una significación especial». Y es que María José Cordero, la artifice de las melodías, ha musicalizado tres poemas del libro Cecilia, que el escritor dedica a su nieta.

«No descarto que el póximo pequeño regalo que le haga sea una grabación de estos temas», adelantó el Premio Cervantes que no escondió la sentimentalidad especial que guarda por su nieta. «Todos los abuelos la tenemos».

La compositora María José Cordero, que recientemente también ha dado notas a Panero, ha puesto en esta ocasión acordes a tres poemas de Gamoneda, que interpretó acompañada al laud por Fidel Corral y a la guitarra por Juan José Collado. La intención es continuar musicalizando todo el poemario. Una tarea que irá abordando con composiciones originales.

«Este homenaje es muy de agradecer por mi parte», adelantó Gamoneda, que reconoció que «el carácter popular de un pueblo como el Val ennoblecido por la artesanía de tanto tiempo me resulta estimable». Así el escritor correspondió a los asistentes con la lectura de algunos de sus versos.

A sus 83 años, el autor del Libro de los venenos , uno de los poetas contemporáneos más importantes, no para. «Mis proyectos son tantos que no van a caber en los años que me quedan», reconoció ayer, mientras aseguraba que «tiene en la mesa una montaña de papeles urgentes». Sin embargo, el adjetivo no cabe para el trabajo que está preparando con el berciano Juan Carlos Mestre, Las venas comunales, donde Gamoneda escribe a mano los escritos que le sugieren los dibujos de su compañero de profesión. «Una labor reposada», confiesa.