Diario de León

Kike Cardiaco músico

«El auténtico arte en estos tiempos lo han tenido algunos banqueros»

Kike Cardiaco, músico fundamental de León, lanza canciones con imágenes que pueden verse en la Red, y proyecta presentarlas próximamente en directo junto a su repertorio inapelable

El polifacético músico leonés Enrique Jiménez, conocido como Kike Cardiaco.

El polifacético músico leonés Enrique Jiménez, conocido como Kike Cardiaco.

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pacho rodríguez | león
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Kike Cardiaco es Enrique Jiménez Asunción y viceversa. Aunque su nombre de guerra artístico sea toda una leyenda más allá de las fronteras provinciales. Pilotó Los Cardiacos, y como decía Manolo Vázquez Montalbán de otras cuestiones políticas, quiso ser el que apagaba la luz al salir de aquella aventura musical. Estuvo de principio a fin, junto a Toño Segura, como demuestran los créditos de la banda. Junto a Carlos Suárez, cada uno a su manera y en muchas ocasiones juntos, firmó muchas de las canciones más importantes que han surgido aquí en los últimos 30 años.

Ahora, Kike Cardiaco, músico profesional desde 1980, licenciado en Ciencias Políticas y? actualmente coordinador de la Escuela Municipal de Música, Danza y Teatro, desarrolla un proyecto musical que juega con la música y el vídeo. Su idea es que esos artefactos (que se sepa ya hay dos: Skrisis Danc e y una jugosa revisión del Himno a León bajo el título de Ecos de León swinging, junto al Combo de la 16) circulen por las redes sociales, aunque el cedé single se puede adquirir en Elektra, y lleguen a sus todavía hoy muchos seguidores.

—‘Ecos de León swinging’ es uno de los temas que ya ha lanzado por las redes. Daba un poco de susto que se tratara de revisitar el ‘Himno a León’...

—Sí, tiene varias lecturas, la primera es simplemente trasladar el género musical a un territorio querido, el swing. La otra era desmedievalizar el asunto retirándole la letra y superponiéndole encima un sencillo relato personal que eludía cualquier forma de heroicidad. El sujeto pasa un río (por el puente), visita bares para oír música, pega carteles en las paredes… Lo que pasa es que ese río es el Bernesga, los bares son La Esponja y otros de León y los carteles son los de la legalización del PCE que hizo Jular y que yo colaboré en la pegada. Hay otro elemento sustancial en lo social y es la llamada de atención sobre el deterioro de la fachada de Julio del Campo, y para los aficionados históricos mi alusión a los Residents o a Devo.

—El otro tema ‘Skrisis Dance’, ¿qué supone para alguien que es autor de muchas de las canciones más importantes del rock leonés?

—Todas las canciones en las que he participado tienen alguna traza política, desde Chicas de Burda a Skrisis Dance . Aun estando escondida, a veces, no se puede eludir algún campo de lo social. Es imposible escribir canciones sin esa implicación. Además, a mi eso me divierte.

—Cuando al artista se le reclama implicación inmediata, compromiso, ¿tiene la sensación de que cumple una función?

—Yo no me considero un artista, nunca lo fui; el oficio de la música es una artesanía difícil que lleva muchas horas de elaboración. Componer canciones se parece mucho a un trabajo a destajo en la construcción: a pesar de meterle mucho tiempo se te puede venir abajo el edificio. El auténtico «arte» en estos tiempos lo han tenido algunos banqueros. En cuanto al compromiso, creo que estas dos canciones se podían incluir en lo que antes se llamaba, y yo sigo haciéndolo, canción protesta

—Una canción de otra crisis podría ser ‘Volver al Colinón’ de la primera cinta de Los Cardiacos, en cambio pasó a la historia y es ya intemporal…

—Pues sí, lo era. En los años 70 la crisis aterrizó con el petróleo subiendo por las nubes y eso, sumado en España al cambio de régimen, caldeó el ambiente y nos dio de lleno. En el 76 yo cobraba los recibos de una piscina y tocaba en el grupo-orquesta Tarfalla, donde realicé una buena parte de mis prácticas musicales en directo. Y, en ese tiempo, antes y después del 78, una cierta forma de nihilismo se apoderó de buena parte de la juventud española. Se le llamó pasotismo… Era el famoso «yo paso de todo, tío». Además, esta actitud estaba cómodamente instalada en la música joven, en el rock y el pop de la época. En la primera cinta de Los Cardiacos (1979) se refleja este ambiente, pero como observadores privilegiados a los que no les iba ese rollo. Si no, ¿cómo íbamos a ensayar cuatro o cinco horas diarias en aquellos días de indolencia?

—¿Tiene la sensación de que León pudo tener más peso en la escena estatal o cree que hay que conformarse?

—Lo tiene y lo tuvo, y mucho en los años 80 cuando había una boyante industria musical. Para el tamaño de esta ciudad con vocación de estado-crítico, la ratio de música moderna de calidad es muy alta. Esto se ancla en nuestros orígenes, y mantengo que su epicentro arrancó en los festivales internacionales de conjuntos que se realizaron en el teatro Emperador los años 66 y 67. Allí se forjó una generación de aficionados a una música y actitudes que antes, aquí, no existían, y por eso lucharon por ello como cuando se descubre un nuevo mundo. Más tarde, en los 80, Los Cardiacos contribuimos de manera esencial al gran salto que dio León en la escena nacional. En el 87, el proyecto Teloneros que unía a Los Flechazos, Deicidas, La Coartada y Los Cardiacos fue identificado a nivel nacional con esta ciudad y mi opinión es que eso retroalimentó a todos, a León también.

—Dos canciones y dos vídeos. ¿Piensa publicar más?

—Estas dos vídeo-canciones están descubriendo mi plan... Desearía publicarlas por pares lanzando a la vez un formato cd single y colgar los vídeos en mi canal de Youtube. Las canciones ya están pensadas, ahora solo falta grabarlas. La intención es que en cuanto haya seis publicadas sería el momento de presentarlas en directo y me gustaría que eso fuera pronto. El grupo El Combo de la 16, que aparece en Ecos de León , puede verse incrementado con otros componentes. La diferencia con otros tiempos es que la canción está pensada con imágenes y éstas reorientan totalmente el significado de la música. Creo que al nuevo aficionado, con el móvil perenne en mano, le gusta mirar la música que oye.

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