Diario de León

LA VIDA DE UNA PIONERA

La leonesa que le montó un ‘Cristo’ a Franco

Margarita Alexandre, que falleció estas Navidades, siempre fue ignorada en su tierra

La polifacética actriz, directora de cine y productora leonesa Margarita Alexandre.

La polifacética actriz, directora de cine y productora leonesa Margarita Alexandre.

León

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Intérprete en los 40, cineasta en los 50 y productora en los 60, viajera y exiliada, de izquierdas y admirada por Franco. Margarita Alexandre, que falleció la víspera de Nochebuena, sigue siendo la gran olvidada de León. Fue una de las primeras mujeres que estudió en los años 40 en la recién creada Escuela Oficial de Cinematografía y también una de las pioneras en ponerse detrás de una cámara. Mientras las mujeres de su época eran amas de casa, a ella, una mujer alta, rubia y de ojos azules —que tampoco en el físico encajaba con los cánones de la época— se le ocurrió hacer películas. Su cinta La gata (1955), protagonizada por Aurora Bautista y Jorge Mistral, estrenó en España el Cinemascope y el Eastmancolor. Una cinta que se proyectó en la primera edición de la Seminci.

Había nacido ‘por casualidad’ en León en 1923, donde se conocieron sus padres, una puertorriqueña y un ingeniero francés que trabajaba en la Compañía Minero Anglo-Hispana. Casada a los 19 años y con dos hijos, tras una efímera carrera como actriz, Margarita conoció al hombre de su vida, el crítico Rafael Torrecilla, en el rodaje de Puebla de las mujeres, de Antonio del Amo, y con él fundó Nervión Films.

En abril de 1954 estrenaba su ópera prima como directora, Cristo, un ‘experimento’ basado en filmaciones de cuadros con motivos religiosos. A Franco le entusiasmó y declaró la cinta de interés nacional. El dictador invitó al equipo a una recepción al palacio del Pardo, al que se negó a acudir la directora.

Meses después dirigiría La ciudad perdida, adaptación cinematográfica de una novela de la falangista Mercedes Fórmica, que relata la aventura de un terrorista que entra en España clandestinamente y ha de cumplir en Madrid una siniestra misión. Mujer avanzada en una España de censura y escaseces, Margarita Alexandre, que no podía divorciarse de su marido y cada vez con más problemas para rodar en España, se puso el mundo por montera.

Escala en Cuba

Aterrizó en Cuba en los albores de la revolución castrista. En realidad su destino era México, pero una escala de dos semanas en La Habana se acabaría convirtiendo en una larga estancia de once años en la isla. Fue despedida del Instituto del Cine por intervenir en las asambleas de obreros y, lejos de tirar la toalla, organizó el Teatro Musical de La Habana.

En la isla caribeña entablaría una fructífera relación con el cineasta Gutiérrez Alea, al que produjo los filmes Las doce sillas (1962), Cumbite (1964) y La muerte de un burócrata (1966); también Crónica cubana (1963), de Ugo Ulive; Preludio 11 (1963), de Kurt Maetzig; El encuentro (1964), de Manuel Octavio Gómez; y El robo, de Jorge Fraga.

Cansada del régimen castrista, cada vez más opresivo, puso rumbo a Italia y durante más de una década residió en la Toscana. Uno de los episodios más ‘surrealistas’ de su agitada biografía se produjo en 1975, cuando intentó sacar clandestinamente de España una copia de Canciones para después de una guerra, del director salmantino Basilio Martín Patino, y fue detenida en la frontera.

Uno de sus últimos proyectos cinematográficos fue Operación Ogro, sobre el atentado de Carrero Blanco, dirigida por Gillo Pontecorvo y protagonizada por Gian Maria Volonté, cinta que le costó muchos disgustos.

Alexandre falleció a los 92 años. Llevaba 60 sin pisar León.

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