Luis Miguel de Dios: «El cuento lo tiene todo»

verónica viñas | león

Ha tenido que esperar a la jubilación para dedicarse a la literatura. El periodismo es tan absorbente que nunca hasta ahora había podido terminar relatos que empezó a escribir hace veinte años. Luis Miguel de Dios, un veterano de la prensa de Castilla y León —ha trabajado en El Norte de Castilla, la Ser, RNE, TVE, El País o El Mundo de Valladolid—, presenta hoy en el Gran Café El llanto del trigo, su bautismo literario. Ha elegido el relato corto porque, en su opinión, «es un género que lo tiene todo». Natural del pequeño pueblo zamorano de Guarrate, De Dios se siente profundamente identificado con el mundo rural. Como decía su amigo Delibes, «toda historia debe tener un hombre, el paisaje y la pasión». En su caso, el hombre es el hombre de esta tierra; el paisaje es cualquier pueblo pequeño y remoto de lugares como el Páramo, Tierra de Campos o los Oteros; y la pasión son las vicisitudes que marcan la vida en estos pueblos, azotados por la inmigración, la despoblación, la burocracia, la ausencia de niños...

En doce relatos breves, como las Novelas Ejemplares de Cervantes, el autor de El llanto del trigo esboza un retrato certero y melancólico de un territorio que se asemeja mucho al de los páramos despoblados, ardientes en verano y helados en invierno, que describe Luis Mateo Díez en esa geografía de la despoblación que es Celama. Como él, De Dios también se fija en las pequeñas historias, porque, «el diablo está en los detalles, como dice un antiguo proverbio inglés. Los doce relatos son independientes, aunque tienen en común ciertas dosis de ironía y fatalismo, así como una galería de personajes tan increíbles que es fácil deducir que De Dios los rescató de la vida real, como la niña que pidió a los Reyes un majuelo; o la peripecia del ‘Topo de Tabuyo’, quien tras sobrevivir escondido durante años buscó la muerte ante un toro huido en un encierro.

«Cuando entrevistaba a un escritor y me decía que los personajes cobran vida propia, me hacía gracia; pero es cierto, me ha sucedido», asegura. «Antes había quien pensaba que escribía cuentos el que no era capaz de escribir una novela», pero el hecho de que grandes escritores como Delibes, Chéjov o los leoneses José María Merino y Julio Llamazares hayan escrito cuentos, ha cambiado la perspectiva sobre el relato corto.

De Dios, que se hizo periodista porque le gustaba escribir, confiesa su devoción por Borges, maestro incuestionable del cuento.

Lugar: Gran Café. Calle Cervantes, 9.

Hora: 21.00.