El leonés que surca los cielos para La 2

Los dorados acantilados menorquines, los bosques asturianos, las luminosas costas de Valencia, las épicas serranías ibéricas... son paisajes españoles cuya espectacularidad aumenta cuando se vislumbran desde el cielo, en una suerte de aquel recordado A vista de pájaro pero en formato moderno y robotizado. Porque, en vez de helicóptero, el encargado de captar esas espléndidas imágenes ha sido ahora un dron propiedad de un leonés, David Iriondo, responsable de la empresa Visuair y quien fue contratado para realizar los vídeos aéreos de todos los capítulos del programa Atleta Gourmet, que primero emitió Canal Cocina y que luego, dado el éxito cosechado, pasó a La 2 de TVE, donde puede verse actualmente, cada domingo, a partir de las 18.50 horas.

Todo empezó cuando el chef guipuzcoano Íñigo Urrechu propuso a la productora AMC Networks un formato híbrido, a medio camino entre el deporte, el turismo y la gastronomía. «Dado que él también corre maratones, se le ocurrió un programa en el que hiciera una ruta de treinta o cuarenta kilómetros para mostrar, de esta manera, los lugares de partida y llegada y sus costumbres, monumentos y alimentación», explica Iriondo. Y como el primer programa se dedicó a Astorga, el equipo buscó una empresa de drones en la provincia: recurrieron a Visuair y, como la experiencia resultó satisfactoria, decidieron contar con él para la serie completa. «Es verdad que no fuimos la primera empresa de drones de León, pero sí somos la primera reconocida por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (Aesa) como operadora de drones. «Contando el comienzo de ocho capítulos en Canal Cocina y los otros para La 2, de momento han sido trece en total, el último lo terminamos de grabar en abril», prosigue Iriondo. En total, y después de la pionera Astorga, los espacios siguientes fueron Gredos (Ávila), Guadalupe (Cáceres), el valle de Arana (Álava), La Hiruela (Madrid), Beceite (Teruel), la Albufera (Valencia), las Alpujarras (Granada), Priego (Córdoba), Zahara (Cádiz), Palamós (Gerona) y la isla de Menorca.

La gran maniobrabilidad y flexibilidad del dron que empleó Iriondo (tan viajero que el equipo ya lo llamaba «Rigodrón») ha permitido tomar planos de Urrechu corriendo y de los paisajes que atravesaba, muy difíciles de realizar por otros medios. «Es verdad que este aparato se ha democratizado mucho y que cualquiera persona puede tener y manejar un dron siempre que cumpla una serie de requisitos; por ejemplo, no se puede volar a menos de 8 kilómetros de un aeropuerto, ni de noche, y los de más de 250 gramos tampoco pueden hacerlo sobre poblaciones o concentraciones de personas... salvo, eso sí, los profesionales, los reconocidos expresamente por Aesa», detalló.

El fuerte viento de las costas gaditanas o el reto de reflejar la grandiosidad de los atardeceres menorquines son algunos de los momentos más recordados por David Iriondo, para quien el abanico de posibilidades que traen bajo el brazo los drones es «casi infinito». En efecto, la lista es inmensa: «Además de poder grabar todo tipo de encuentros culturales, religiosos o deportivos, están sus aplicaciones en rescates, topografía, seguimiento de cultivos, extinción de incendios, revisión de infraestructuras, planificación en 3D...».