Diario de León

ÁNGEL FIERRO escritor, autor de ‘super flumina’

«El medio rural no tiene en los políticos valedor alguno»

Ángel Fierro del Valle. JESÚS F. SALVADORES

Ángel Fierro del Valle. JESÚS F. SALVADORES

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e. gancedo | león

«El molín de Valvarrica/ tien fierro en la mocheca/ por muy blanca la farina/ más blanca la molinera». Y más, muchas más coplas, tonadas, dichos y leyendas. Más topónimos y más reflexiones, más datos sociales, geográficos y lingüísticos. Más viaje con dirección a nuestra cultura propia, a los valores naturales y humanos de esta tierra, ambos hoy en franco olvido o en caída libre. Ángel Fierro (Cármenes, 1941, la copla de arriba pertenece a su pueblo), uno de los nombres con más veteranía y sensibilidad del particular boom literario leonés, acaba de publicar con el sello Eolas Super Flumina. Las cabeceras de los ríos. Memorial de pérdidas. Singular códice ilustrado en torno a un periplo sentimental y etnográfico por los valles fundacionales de León que mañana dará a conocer en la Casa del Parque de Riolago a las 18.30 horas y cuyas presentaciones seguirán en Lugueros (3 de agosto, 20.00) y Cármenes (8 de agosto, 22.30).

—¿Cómo concibió este ‘Super Flumina’? Los textos que lo integran, ¿fueron escritos hace ya tiempo y ahora se han recopilado, o son recientes?

—El libro ha sido concebido tras un proceso lento y reflexivo, después de comprobar el imparable deterioro de las comunidades rurales de la provincia de León; su abandono de los poderes e incluso la indiferencia de muchos de sus habitantes. Retoma la senda de otros escritos (novelas, reportajes, tratados sociológicos…) para abordar el memorial de pérdidas de estos territorios mediante escrituras diversas, a medio camino entre la literatura y la sociología. Mis vivencias personales y mi propia peripecia de emigrante interior ya regresado a los orígenes tuvieron mucho que ver en la concepción de los textos. Su redacción se demoró, de forma discontinua, durante dos o quizás tres años, hasta darle la forma definitiva.

—No se puede entender León sin comprender sus ríos y la cuna de éstos. ¿Qué le han venido contando a usted estas cabeceras, estos valles?

—Dentro de este mundo rural tan degradado por el abandono entiendo que las cabeceras de los ríos de la montaña cantábrica leonesa son un espacio plenamente representativo. El dédalo de ríos de nuestra provincia no es solamente un espacio de belleza sino un paradigma del olvido en el que casi todos somos responsables. Los cauces no solo transportan agua sino un enorme caudal de vivencias, costumbres, historia y legendaria, en proporciones inimaginables. La miopía de los poderes públicos y la desidia de los propios habitantes han conducido estos espacios fundacionales a un estado casi terminal.

—¿Qué siente al recorrerlos?

—Mi sentimiento es de pena, desazón e incluso ira, como queda reflejado en la coda final. En uno de mis poemas más autobiográficos figura un diagnóstico que dice: «Gasté mi vida en el trabajo de volver».

—Su escritura aúna creatividad propia con datos filológicos, geográficos y sociales, y con retazos de tradición oral. ¿Por qué, para usted, es importante incluir lo que una vez contó o cantó el pueblo anónimo?

—No es de extrañar mi retorno casi obsesivo hacia la raíz de la vida comunitaria de las cabeceras de los ríos, que permaneció de forma casi invariable durante siglos y alcanzó prácticamente la mitad de mi existencia. De forma reiterada y minuciosa he intentado en sucesivas publicaciones recuperar para la memoria los rasgos más importantes del ancestral modelo de vida: lenguaje, cancionero, legendaria, romances, trabajos, aperos y herramientas, festividades, historia, toponimia, costumbres: todo ello ha sido fulminantemente barrido por la ‘modernidad’, que trajo un evidente avance económico y tecnológico, pero también un vacío de valores y una insultante uniformidad, impulsada por los medios de poder. La creatividad del pueblo ha sido suplantada por el rodillo de la globalización, la estulticia del un falso igualitarismo y el olvido de los propios valores éticos, que parecen no importar a nadie.

—¿Qué cree que podría hacerse para devolver vida y dinamismo a todos estos pueblos y comarcas?

—No voy a presumir de sociólogo para apuntar diagnósticos definitivos. Los considerados sociólogos han fracasado de forma palmaria y los políticos de todo signo no tienen ideas concretas ni intención alguna de afrontar el problema de la despoblación y todas sus pérdidas. Los habitantes del medio rural no tienen en ellos valedor alguno, por su insignificante caladero de votos.

A veces los políticos realizan llamativos reclamos en la prensa y una vacía relación de medidas que nunca han implementado, solo para salvar su mala conciencia e ineficacia.

—Pero alguna recomendación tendrá...

—Después de haber viajado largamente por el mundo, puedo recomendarles que pasen una legislatura en Suiza (por ejemplo), y aprendan lo que significa la discriminación positiva para el medio rural y montañoso: ausencia de impuestos, facilidades para la mejora de las viviendas, restablecimiento de las dotaciones básicas comunales (escuelas, dispensarios médicos, centros sociales), orientación para la explotación de los recursos naturales (ganadería, agricultura diferenciada, madera, miel, embutidos, flores, artesanías) y —sobre todo— un modelo absolutamente innovador de educación basado en el mérito y la excelencia, la investigación, la tecnología, la informática, los idiomas…. de ninguna manera los nuevos e ineficaces planes de estudios que elaboran los burócratas de cada partido en cuanto pisan el poder. A todo ello se llama dinamizar el territorio, que es lo contrario de permitir su degradación o elucubrar con que cuatro visitas turísticas salven la situación. Como resumen, hay que poner en marcha de forma urgente todos los medios para un desarrollo integral del individuo sin que se vea obligado a abandonar su casa y entorno familiar. Nada de limosnas o subvenciones falsamente igualitarias. Seguramente es mucho pedir. No soy sociólogo ni político, pero tampoco ingenuo.

—Echando la vista atrás, ¿cuáles cree que han venido siendo los referentes básicos de su escritura, de su manera de entender y ejercer la literatura?

—Mi concepto de literatura es una mezcla de utilidad y belleza, de rescate de los valores que el tiempo evapora entre los dedos; de búsqueda de autenticidad y valores frente al adocenamiento imperante de la sociedad. Mis más de sesenta publicaciones abarcan unos quince libros de poesía, varios de historia, una novela, recuperaciones del patrimonio comarcal del norte de León y del folclore y cancionero tradicional, más diez grabaciones discográficas con tonadas tradicionales montañesas.

reflexión final

Para terminar esta entrevista, quizá nada mejor que reproducir, casi íntegro, un párrafo de la coda final del libro que no puede ser más elocuente: «... comprad las manufacturas en las tiendas de chinos; apagad molinos y caleros; vended el derecho a tener vacas; no criéis gallinas ni el cerdo de la matanza; clausurad las escuelas y las parroquias; dejad de convocar el concejo abierto; no asistáis a los filanderos; encadenaos a la televisión o aprended de memoria la red social; mascullad ritmos en inglés; dejad de hablar, excepto por whatsapp; afiliaos a alguna cofradía, partido o sindicato para que los fanáticos marquen criterio y los ladrones os den clases de ética; id al juzgado a fin de que vuestros derechos prescriban con sigilo; contactad con la banca y Hacienda para que os atraquen; solicitad cita en el quirófano, donde la lista de espera es la terapia; pedid que sepulten vuestro pueblo bajo un pantano...

...id a vivir entonces al extrarradio o, mejor, dejaos morir sin más tardanza».

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