Aliento místico

Tras el hermoso concierto ofrecido el miércoles en el claustro de San Isidoro, donde Amancio Prada volvió a reencontrarse con el Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz, el cantautor de Dehesas no quiso marcharse de León sin ir a beber a las mismas fuentes del místico con quien tiene ya ganado el cielo. Una fugaz e imprevista visita a las quince monjitas del convento de las Carmelitas Descalzas de la carretera de Asturias sirvió para que pudiéramos apreciar la hermosura canora de un coro que en nada tiene que envidiar a otros profesionales de reconocido prestigio, a la vez que nos dejábamos bañar por los chorros multicolores de luz que se dispersaban en mil tonalidades a través de las increíbles vidrieras que Luis García Zurdo había colocado en el paño este de la iglesia y que son como un soplo divino que invita a la oración y al recogimiento. Voces angelicales y silencio de siglos recibieron a la docena de visitantes que habíamos acompañado a Prada a este reencuentro con San Juan. Voces afinadas, etéreas, empastadas hasta lo indecible, fueron recorriendo, acompañadas por la melodía del armonium, algunos de los pasajes más hermosos del Cántico, ante el asombro de cuantos allí estábamos. Prada quiso poner su granito de arena espiritual y acompañándose de su inseparable guitarra fue en busca de las fuentes sanjuanistas y desgranó el néctar de ese Cántico que dejó transidos de emoción a cuantos nos reunimos bajo «esa claridad nunca oscurecida...».