Tiempo de esperanza en Nueva York

Los duques de Lugo inauguraron ayer en la catedral de San Juan el Divino, en pleno corazón de Nueva York, la décima exposición del movimiento religioso y cultural conocido como Las Edades del Hombre, donde a través del patrimonio sacro de Castilla y León se proyectará al mundo el legado hispano. Una gran porción de la memoria histórica de España subyace en el centenar de piezas que en forma de biblias, incunables, tallas, casullas, arquetas, relicarios, cantorales, pinturas y esculturas de los mejores artistas del románico, gótico, renacimiento y barroco hispánico reúne esta exposición bajo el lema Tiempo de Esperanza. Pedro Berruguete, Francisco de Goya, El Greco, Juan de Juni y Gregorio Fernández figuran en la amplia nómina de pintores y escultores cuyas obras de arte «se convierten en palabras de un relato humano y, al mismo tiempo, suponen una maravillosa metáfora de una belleza artística, cultural y realidad religiosa». Así definió la Infanta Elena Tiempo de Esperanza en su discurso inaugural que pronunció junto al presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, en San Juan el Divino, la catedral neogótica más grande del mundo cuando concluyan los trabajos iniciados en 1892. Escasos minutos antes de un mediodía gris los duques de Lugo llegaron a San Juan el Divino, en cuya amplia escalinata fueron recibidos por el embajador de España y el cónsul general en Estados Unidos, Javier Rupérez y Emilio Casinello, respectivamente, así como por Juan Vicente Herrera. Cumplimentaron también a Elena de Borbón, que vestía un elegante traje blanco de chaqueta, el obispo de la Diócesis Episcopaliana de Nueva York, Mark Sisk; el deán de la catedral, James Kowalski; el presidente de la asociación de benefactores del templo, Henry King, y el vicepresidente de la Fundación Las Edades del Hombre y obispo de Palencia, Rafael Palmero. La comitiva, de la que también formó parte el presidente de las Cortes de Castilla y León, Manuel Estella, cruzó la nave central hasta situarse en el crucero del templo, donde se celebró el acto de la inauguración, que culminó con la intervención de la Infanta. Por encima de autores, estilos artísticos y periodos, la duquesa de Lugo destacó a «los hombres y mujeres, con sus alegrías y tristezas, sus ilusiones y esperanzas», como una de las «principales características» de este relato cuyo hilo conductor evoca, a partir de las sagradas escrituras y en forma de arte, la relación entre Dios y los hombres. La hija mayor de los reyes recordó que estas obras han contribuido a forjar «la memoria colectiva de los artistas que a lo largo de los siglos han perpetuado la riqueza cultural de España», y reflexionó a continuación sobre «la parábola que sugiere el título» de la exposición. «Con esta esperanza y con nuestra fe en un mundo mejor, más justo y solidario, pedimos a la providencia respuestas a tantas cuestiones que nos planteamos en los comienzos de este siglo tan incierto», explicó la Infanta Elena. Se refirió, en este sentido, al «gran ejemplo de esperanza» que han demostrado los neoyorquinos durante el último año a raíz de los «terribles sucesos» del 11-S, «quienes han estado más cerca los unos de los otros al margen de procedencias, razas y creencias».