Diario de León

El efecto tiempo y las reformas en los monumentos

El Patrimonio que cambió de cara

Un antes y un después. Los palacios del Conde Luna y Don Gutierre no se parecen a como eran hace menos de veinte años. Tampoco la muralla, la Catedral y San Isidoro. Las imágenes de esos edificios históricos a principios del siglo XXI y ahora son sorpendentes.

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Parecen ‘disecados’, pero el tiempo y las restauraciones han cambiado sustancialmente los monumentos leoneses. En menos de dos décadas, edificios con siglos de historia son ‘irreconocibles’. Es el caso del Palacio de Don Gutierre, que se desplomó en 2002, o el Palacio del Conde Luna, que en 2004 era una auténtica ruina. Las fotografías del ‘antes y después’ son sorprendentes. El Palacio del Conde Luna estaba completamente destrozado en el interior y había sufrido numerosos accidentes, como la explosión de una bombona en 1976 y el desplome del torreón renacentista en 1979. La restauración de este palacio del siglo XIV, que ahora alberga el Centro de Interpretación del Reino de León, superó los 5,5 millones de euros y finalizó en 2009. Los estragos del paso del tiempo, demoliciones, ampliaciones, reformas y la falta de inversiones han ido transformando los edificios históricos de León. Monumentos que llevan en pie más de dieciocho siglos, como las murallas de León, no eran en origen como ahora.

Hace menos de un mes que la imagen de la muralla tardorromana, en el tramo de Era del Moro, ha cambiado por completo. Al demoler la tapia de ladrillo que la tenía engullida, ha ‘emergido’ una muralla ‘inédita’. La fortificación tampoco es igual en Conde Rebolledo. En 2017, al demoler dos ‘chamizos’ adosados a la muralla, ésta se desplomó en parte. Hoy el cubo de la fortificación, que fue ‘invisible’ durante décadas, está reconstruido. Asimismo, el tramo que discurre por Ruiz de Salazar —donde se recreció el cubo y se hizo paseable el adarve— es muy diferente ahora que en 2010, cuando se restauró tras una ácida polémica, porque el Ayuntamiento, había autorizado la construcción en este enclave de un edificio de viviendas. También las Cercas Medievales tienen un aspecto muy distinto al de principios de este milenio.

Metamorfosis en ocasiones providenciales y, en otras, devastadoras. Si los constructores pudieran contemplar estos monumentos ahora, probablemente, apenas los reconocerían. Algunos han perdido no solo la traza primitiva, sino también el color y la policromía que decoraba su exterior. San Isidoro está actualmente sufriendo una de las mayores reformas de las últimas décadas.

La ampliación del museo modificará totalmente el interior de la colegiata. La Cámara de Doña Sancha, también conocida como Cámara del Tesoro —porque durante décadas albergó las grandes joyas legadas por los reyes Fernando I y Sancha—, recuperó en 2018 las pinturas renacentistas que la decoraban y que habían sido arrancadas en los años sesenta del pasado siglo por decisión del arquitecto Luis Menéndez Pidal. En 2011 San Isidoro ‘creció’ 38 centímetros. El ‘estirón’ fue consecuencia de las obras para rebajar el atrio de la colegiata y dejarlo al nivel de la plaza.

La iglesia de San Salvador de Palat del Rey, la más antigua de la ciudad, era una ruina en 1997, cuando comenzaron los primeros trabajos de restauración. Nada que ver con la imagen actual. Las obras para recuperar sus huellas mozárabes se terminaron en 1999, después se salvaron las pinturas de la cúpula gallonada y, por último, el retablo del siglo XVI. La rehabilitación de Palat concluyó en 2004.

Subido de tono

Otras transformaciones son menos llamativas, en apariencia. San Marcos cambió de color tras la restauración de la fachada en 2018, que estaba completamente ennegrecida. Pero no solo eso, la piedra se estaba literalmente deshaciendo. Una restauración letal llevada a cabo en 1997, en la que se aplicó una pátina de color para disimular la suciedad, en lugar de limpiarla, estaba destruyendo la joya del plateresco. Además, faltaban numerosos elementos pétreos, especialmente en las cornisas. Si San Marcos perdió ‘negrura’, la portada de la Virgen del Dado de la Catedral ganó intensidad cromática tras la rehabilitación que se llevó a cabo en 2017. El pórtico, pendiente de ser restaurado, está desnudo de estatuas. Fueron apeadas en 2009 por su delicado estado. Pero la Catedral, que fue prácticamente reconstruida a finales del siglo XIX, ha sufrido otras reformas en las últimas décadas, como el interior del ‘torreón’ que custodia los códices más valiosos o el propio museo catedralicio, que abrió un acceso por Cardenal Landázuri.

En 2001 comenzaban las obras de peatonalización de la Plaza Mayor, del siglo XVII, de estilo barroco y una de las primeras de España. El proyecto incluyó la construcción del parking subterráneo, que sacrificó tres metros de muralla en Caño Badillo, para la entrada del garaje. En 2003 se llevó a cabo la reconversión del viejo cuartel de la Policía Local en hotel. Este caserón del siglo XVII fue testigo de numerosas ejecuciones, en la época en la que se daba garrote vil a los condenados a muerte en la Plaza Mayor. Prueba de ello fueron los numerosos huesos hallados en la primera década del siglo pasado. Al parecer, los ajusticiados cuyos cuerpos no eran reclamados por sus familiares eran enterrados a pie del patíbulo.

La Casona de Puerta Castillo, que alberga en la parte posterior los únicos restos de la Legio VI —en concreto, de barracones—, no se parece en nada a cuando el CCAN ocupaba un ala de este inmueble en el que vivió también el escultor Víctor de los Ríos. Las obras del cerramiento del solar arqueológico acabaron el año pasado.

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